Tras dos agotadores días de subidas y bajadas, esta tercera jornada se planifica como jornada de descanso, aunque al final no lo logra serlo.

El día se inicia con un cambio de cámping, para aproximarse al centro de la isla y recortar distancias para una futura etapa. Tras desayunar, desmontar la tienda y cargar las bicicletas, iniciamos la marcha para ir a buscar la ruta falcó por la que llegamos el primer día a Cala Bassa.

Una vez la ruta falcó llega a la zona asfaltada, tras 2 Km entre pinos, todo consiste en seguir recto durante más de 6 Km hasta llegar a Sant Antoni de Portmany. Llegaremos a una rotonda en la cual se ha de tomar la dirección que nos lleve hacia el puerto.

Todo el camino es por urbanizaciones y zonas de hoteles, tráfico intenso de autobuses y domingueros. La verdad, que el camino es bastante horrible, tanto por el tráfico como por el entorno. Lamentablemente no hay camino alternativo sin tener que dar grandes rodeos. Toda la zona está edificada.

Desde Cala Bassa hasta la playa de Sant Antoni hay 8'8 Km y unos 38 minutos.

Al llegar a la playa de Sant Antoni, en la rotonda con un monumento al huevo de Colón (o eso parece, ya que es un huevo de piedra con un barco dentro) giramos a la derecha por la carretera hacia Ibiza. A unos 600 metros encontramos el cámping, bastante cutre, por cierto.

Montamos la tienda, dejamos los trastos y nos vamos a pie a ver la ciudad. No nos gusta nada, todo lleno de tiendas, hoteles y tipos blancuchos con camisetas de fútbol. Para ver esto no hace falta salir de la península. Damos una vuelta por el puerto y por la ciudad y en un supermercado compramos la comida.

Después de comer en el paseo marítimo volvemos al cámping a descansar, es jornada de descanso. A eso de las 16h volvemos al puerto para coger el autobús de línea que nos llevará a la ciudad de Ibiza. Son 170 pesetas por trayecto. Por ser día festivo (15 de Agosto) sólo hay cada media hora, normalmente hay un autobús cada 15 minutos.

Castillo

Ya en Ibiza recorremos la ciudad a pie. Recordamos las calles por las que pasamos el primer día a las 5 de la mañana en bicicleta. Ahora es imposible casi caminar, de la gente que hay viendo los puestos instalados en las aceras. Esto ya está algo mejor, vale la pena verlo por la variedad de gente que hay y la cantidad de cosas que se pueden comprar. Esto está en el barrio de Sa Penya, junto al puerto. Por una calle que sube se puede entrar a la ciudad amurallada, la Dalt Vila. Allí las calles son aún más estrechas y empinadas. Subimos, subimos, y seguimos subiendo hasta llegar a la plaza del ayuntamiento. Dalt Vila

De la plaza del ayuntamiento subimos por un túnel más arriba, desde donde podemos divisar perfectamente el puerto y la ciudad. La Catedral no está lejos. Si ésto era un jornada de descanso, era teóricamente, porque si las cuestas subidas en bici días anteriores eran duras, las de Dalt Vila, tampoco son suaves que digamos.

Cansados ya de subir y bajar cuestas y tras haber visto todo lo visible bajamos de nuevo hacia el puerto para buscar un sitio donde cenar. Por variar un poco y dejar de comer bocatas decidimos cenar algo más normal, como pizza o espaguetis. El principal problema en Ibiza son los precios, si por los pueblos del interior de la isla es todo caro, aquí lo es aún más.

Tras cenar y reposar la cena, nos damos una vuelta nocturna por la ciudad y volvemos a coger el bus que nos llevará a Sant Antoni.