Adios, Palomino
Ángel Palomino, escritor de éxito, periodista de agradable recuerdo,
militar honesto y estupendo ser humano, nos dejó hace unos días.
Desde su Toledo natal (1919) hasta el Madrid de sus últimos días,
recorriendo libro a libro, firma a firma la España que tanto amó,
Palomino fue recogiendo innumerables galardones literarios: Premio
Nacional de Literatura, Premio Club Internacional de Prensa, Premio
Hucha de Oro, Premio La Felguera, Premio Leopoldo Alas?
Madrileño de adopción desde 1935, año en que empezó a estudiar la
carrera de Ciencias Químicas, al sorprenderle el alzamiento el 18 de
julio de 1936 siente la llamada de las armas que le lleva a ingresar en
la Academia de Infantería, de donde llegó a ser profesor, tras obtener
el grado de oficial. Su vocación de periodista le lleva no obstante por
otros caminos: de 1946 a 1950 fue jefe del "Diario de Larache", de 1950
a 1954 subdirector de la revista "Fiesta" de Tetuán (recordemos que por
esas fechas el también excombatiente Antonio Mingote funda en Tánger la
revista cómica "Don José", competidora de "La Codorniz", revista donde
Ángel colaboró entre 1947 y 1978, fecha de su desaparición). Fue también
colaborador, con nombre autentico o seudónimo (Ángel, G. Campanal, etc.)
en "ABC", "Arriba", en la Agencia EFE, "Semana" y "El Heraldo Español";
y a partir de 1977 de "El Alcázar", lo que le costó algún pequeño
disgusto, al ser incluido falsamente en la trama civil del 23-F a
través del "colectivo Almendros".
Miembro desde 1980 de la Real Academia de Bellas Artes de Toledo, fue su
obra larga. Desde los cuentos, creo que su género preferido (a destacar
su formidable "Informe a la superioridad", obra que todo padre debería
procurarse para sus hijos, sin desdeñar otros títulos como "Plan
Marshall para cincuenta minutos", "Suspense en el Cañaveral", "Tú y tu
primo Paco", "Un Jaguar y una rubia", publicada ésta en la colección "La
Nariz" que dirigía su viejo director Álvaro de Laiglesia) a la poesía
(impagable "La luna se llama Pérez").
Su enorme conocimiento de los acontecimientos históricos le llevó a
escribir un gran número de ensayos, siendo el último "Francisco Franco",
editado conjuntamente por ediciones B con otro de Paul Preston. Otros
ensayos a destacar fueron "1934. La guerra civil empezó en Asturias",
"Caudillo", obra sobre Francisco Franco publicada por Planeta que fue un
auténtico best seller y "Defensa del Alcázar", extraordinaria dada la
doble condición de toledano y militar del autor.
Fue, de todas formas, en el campo del humor, donde sus éxitos se
multiplican: "¡Quiero un hijo de Julio!", "Adiós a los vaqueros",
"Bosnios para un nuevo Guernica", obra jocosa sobre la realidad vasca,
"Carta abierta a una sueca", "De carne y sexo", "Divorcio para una
virgen rota", "El César de Papel", "El pecado de Paquita", "Han volado
el toro del coñac", "Insultos, cortes e impertinencias", "La comunidad
de propietarios", "Las otras violaciones", "Los que quedaron", "Madrid
Costa Fleming", "Memorias de un intelectual antifranquista", "Mis cartas
a su majestad", "Todo Incluido", "Torremolinos Gran Hotel" o "Zamora y
Gomorra".
Su calidad como escritor y como ser humano le permitía escribir obras en
compañía de otros autores, y no sólo como participante de una obra
conjunta ("España diez años después de Franco", "Retrato de Antonio
Mingote" o aquellas fabulosas Antologías del humor de los años 50 y 60),
sino realmente a la par, como la estupenda "Lío en Kío", con Arturo
Robsy de coautor.
No puedo dejar de citar un par de obras por separado. Su "Pseudo Garcia
Márquez, pseudo Cela?", demuestra su grandeza al atreverse a jugar a
algo muy peligroso: imitar los estilos de otros autores. El no solo
tener un estilo propio e inconfundible, sino poder además emular a
grandes de la literatura como si fuera un clásico negro demuestra algo
más que versatilidad. Por último, "Este muerto no soy yo", obra jocosa
donde la informática irrumpe en la vida del protagonista como un
elefante en una cacharrería, además de desternillante trae muchos
agradables recuerdos a mi mente. Precisé dar una copia de unas páginas
de su obra a mis alumnos por lo que le solicité su permiso? la
autorización que me mandó me permitía no solo emplear las páginas sino
prácticamente reimprimir el libro. Verdaderamente, todo un caballero, lo
que redondea su perfil.
A pesar de todo, con toda su grandeza, Ángel fue no solo un gran tímido
sino un modesto de aupa. Como anécdota, cuando se puso de moda imprimir
en la tarjeta de visita personal la profesión ("Fulanito de Tal,
Abogado" o "Zutanito de Cual", Arquitecto) Palomino mandó hacerse unas
donde podía leerse "Ángel Palomino, Señor Particular".
Ángel Palomino, fue enterrado en el cementerio Sacramental de Santa
María de Madrid. Descanse en paz.
Juan V. Oltra
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