Católico significa universal. Todas
las personas del mundo, si quieren, pueden ser cristianas. No importa la
raza, ni la nacionalidad, ni el origen, ni el sexo. A diferencia de lo
que ocurría con las antiguas religiones, Cristo llama a todas las
personas sin exclusión. Nuestra religión es la religión
del amor. Amor a Dios y al prójimo. A eso se reduce todo, según
reveló el propio Cristo.
La Iglesia ve con alegría cómo, tras dos mil años del mensaje cristiano, miles de hombres y mujeres han decidido transformar su corazón, sus pensamientos y sus acciones bajo el signo del amor, el perdón, e incluso el sufrimiento pacífico, como el mismo Cristo que se dejó prender y le pidió a Pedro que bajara la espada que había empuñado para defenderse.
El cristiano es pacífico. Si no lo es por naturaleza, lo es por convicción cristiana y por la fuerza de la coherencia de vida. Por ello observamos con alegría cómo buena parte del mensaje del evangelio ha hecho poso en miles de conciencias que asumen los valores cristianos, como lo es el pacifismo frente al belicismo. Amor y pacifismo son causa y consecuencia. Nadie hace la guerra a quien ama.
Sin embargo, el pacifismo, a! igual que otras ideologías o actividades, como la política, puede ser desnaturalizado y ahuecado para convertirse en un disfraz. El conflicto mundial que Irak ocasionó al invadir militarmente un país como Kuwait fue un grave atentado contra la paz que todavía hoy, tras más de una década, es motivo de peligro y confusión
La Iglesia proclama que la paz todavía es posible, que no es lícitos acudir a la guerra, que el derecho internacional ofrece soluciones posibles y viables. Junto a la Iglesia, muchos otros hombres y mujeres lanzan vítores contra la guerra y por la paz.
Bienvenidos sean todos los que trabajan por la paz. ¿Cómo distinguir a los que trabajan por la paz de aquellos para quienes la paz es simplemente una estrategia maléfica de su propia guerra?. Quien está a favor de la paz, lo está siempre, sea quien sea el contendiente, y como afirma Cristo, por sus obras los conoceréis.
No se puede ser pacifista, sin ser antes pacífico. No se entiende, o se entiende muy poco, a los que denuncian la posible guerra contra Irak y callan ante el terrorismo de ETA. Los concejales del Partido Popular y del PSOE, que hoy por hoy son los únicos que han sufrido mortales atentados, son junto con los miembros de las Fuerzas y Cuerpos do seguridad, así como las detrás víctimas, los auténticos héroes de nuestra democracia.
Bueno es que nos acordemos y recemos para evitar un conflicto bélico en lejanas tierras, pero sería un desprecio ofensivo que nos olvidáramos de las víctimas que han regado las tierras españolas. Más que nunca hemos de alzar nuestra voz y nuestra oración: sí a la paz en Irak, en EE.UU., en Tierra Santa y, por supuesto, en nuestro país, donde hay personas que son asesinadas por los terroristas de ETA, personificación del mal.
Piensa global, actúa local. Piensa en la humanidad entera y actúa en tu comunidad, en tu localidad] en tu partido] en tu sindicato, en tu empresa, en tu parroquia. Actúa por la paz en el mundo, y en nuestra tierra. Quien de forma permanente y automática se dedica a oponerse a las actuaciones judiciales y legales contra el terrorismo ni demuestra ser pacifista ni pacífico. Los cristianos debemos mostrar tanto afán por la paz en el lejano oriente, como por la paz democrática en nuestras calles.
Con mi bendición y afecto,
ALELUYA – Nº 3.251, Domingo 9 de marzo de 2003