Valoración apasionada sobre el SOVI y las pensiones de viudedad, una tarea pendiente para nuestros políticos.
Cuentan que Austen Chamberlain, ya primer ministro de Inglaterra,
visitó a su vieja nodriza, quien aislada en su ancianidad en un pequeño pueblo,
le preguntó despistada que iba a hacer en este mundo, a lo que el estadista
respondió que pensaba dedicarse a la política. La longeva señora le replicó
"¿Y no podrías hacer nada de provecho?".
Vistas algunas situaciones de auténtica injusticia social que vivimos,
hay ocasiones en que muchos nos planteamos que esta respuesta podría ser
válida para todos y cada uno de nuestros políticos en activo. Un buen ejemplo,
participando de la sabiduría del refranero que nos advierte de que las desgracias
nunca vienen solas, es el caso de muchas viudas.
Cuando una mujer pierde a su marido no sólo es maltratada por la
vida, pues lamentablemente detrás de la guadaña arrebatadora de la muerte,
viene el estado con las rebajas y la deja en muchos casos en la práctica
indigencia. Dos golpes, uno inevitable y lamentable... y el otro consentido
por todos nosotros, electores y por tanto cómplices de esta maldad.
No entraré a ponderar si es justo o no que una viuda cobre tan
sólo el 48% de la pensión de su marido (a ponderar no, a valorar subjetivamente
si, y a condenarlo hasta el último grito de mi alma, también: una casa no
consume el 48% de luz, agua y teléfono por la ausencia de uno de los dos
cónyuges). No entro en el detalle pues temo convertirme en elefante virtual
para la cacharrería política y excederme unos cuantos puntos más arriba del
animus jocandi. Y es que uno ya no tiene edad para ciertas profusiones.
Pero donde sí me gustaría que me permitan clavar una pica es en
el Flandes del SOVI, el Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez, hoy por
hoy incompatible con las pensiones de viudedad, algo que suele descubrirse
tarde y resuena como mazazo adicional en animas doloridas.
Suele ser esta pensión, más que una ayuda, una limosna (su media
es de 240 euros mensuales, algo menos de lo que cualquiera de nuestros flamantes
padres de la patria pueden gastarse en una mariscada). Es más, una limosna
en extinción, si se me permite abundar (pues hace años que dejó de tener
vida, cifrándose en unos 370.000, en su mayoría mujeres, sus perceptores).
Una miseria ¿verdad?. No lo es tanto si pensamos que se trata de
una contraprestación a los pagos efectuados en su día de acuerdo a la legislación
entonces vigente y que, y aquí es donde me duele, sumado a la magra pensión
de viudedad, puede permitir que alguna viuda coma caliente algún día al mes
más de los que ahora puede. No hablamos ya tanto de justicia social sino
de simple sentido común, incluso para la más ultraliberal de las mentes pensantes
-o incapaces de hacerlo- de nuestro congreso (por no hablar de que en el
pacto de Toledo ya se apuntaba la necesidad de llevarlo a cabo).
Quizá al hablar de sentido común me he excedido. Esta medida fue propuesta
por el PSOE en el 93 aunque después no llegó a buen término. El PP lo olvidó
en el baúl de los recuerdos... hasta que una vez en la oposición decidió
lanzar una proposición de ley para flexibilizar esta compatibilización.
Otros parlamentarios de partidos diversos como BNG, CiU e IU-ICV tambien
parecen estar por la labor. Ahora depende del PSOE, quien intentó sin éxito
durante el gobierno del PP que el SOVI pudiera ser recibido por sus perceptoras
sin cortapisas, no diga Diego donde dijo digo al verse con la caja de los
dineros en la mano.
Anticipo que escribo este artículo sin esperar a conocer que determinación
tome el Congreso de los Diputados. Prefiero no escribir esto enfadado, dicen
que la humedad de las cárceles va mal para el reuma.