Sea esta la regla de nuestra vida: decir lo que sentimos, sentir lo que decimos. En suma, que la palabra vaya de acuerdo con los hechos.
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DESDE EL PEQUEÑO MUNDO

¿Ya ha leído usted la constitución?


 
Juan V. Oltra
 



Estadísticamente, es muy probable que usted se encuentre entre ese abigarrado conjunto de españoles que no han leído la previsiblemente futura constitución europea y que, sin embargo, está convocado el próximo día 20 para votar sobre la misma. Algo nada recriminable simplemente sopesando ese pequeño mamotreto de 432 páginas que el gobierno gentilmente ha puesto a nuestra disposición.

Los medios de comunicación algo ayudan a paliar ese desconocimiento: famosos, famosillos y famosotes nos leen a menudo alguno de los artículos menos imbricados de la misma y hasta algún debate se ha podido ver en la pequeña pantalla. Recuerdo el pasmo que me dio el ver como daban a Borrell la posibilidad de triturar a esa escritora que tanto me recuerda a la verdulera que cuando era pequeño atendía a mi madre intentando timarla en el peso. Es lo que tiene ser un intelectual de la progresía: ser una estrella hoy para mañana convertirse en un agujero negro.

Y es que si atendemos solo los medios de comunicación invasiva, el asunto está claro: la constitución representa a la modernidad y el no a la misma, a cuatro gatos que por la noche se divierten rascando con una cuchara las tripas de una botella de Anís el Mono. Pero no se apuren, no es mi intención hacer apología del si o del no. Ni tan siquiera les voy a uncir al suplicio, doloroso como pocos, de soportar un resumen de la misma o de las razones que moverán mi voto. Pero contar, si, voy a contar mucho. Voy a contar 70.870 palabras, las del texto que se somete a un referéndum no vinculante (otra razón para que no se preocupen: voten lo que voten, el gobierno hará lo que le de la gana. Y después se quejaban de los referendos que montaban los gobiernos de Franco).

Así, de entre ese mar de palabras, pescamos los siguientes términos:

En primera posición, aparecen una serie de vocablos que aparentan ser de especial agrado de los redactores: 862 veces aparece estado (o sus variantes), 115, justicia (eso si, no ?justicia social?, que salvo error u omisión no la he sabido encontrar), 87 veces nación o naciones, 82 mercado o mercados, 74 economía, económica o económicas (luego hay quien se queja de que algunos hablemos de la Europa de los mercaderes) y 73 veces libertad o libertades.

En segundo término, aparecen otras palabras que, sin ser tan repetidas, surgen naturales en un texto que pretende ser una constitución, aunque en algún caso, menos de lo que a priori uno esperaba: 38 veces leemos los términos gobierno o gobiernos, 37 cultura, 29 moneda, 28 igualdad, 23 discriminación, 21 solidaridad, 20 monetaria o monetarias y 19 el término militar.

En tercer lugar, términos de los que, en su mayor parte hubiera sido deseable que fueran más pródigos los padres de este texto: 13 veces educación, 8 dignidad, 7 España, 6 finanzas, 6 inmigración, siguen con un empate a tres con universidad, moral e iglesia y cerramos con dos ocurrencias de muerte.

No se a ustedes que les parecerá esto. Yo me duelo, más de lo que aparece y como lo hace, de lo que no aparece. Y es que no he encontrado las palabras ética, cristianos, Cristo o Dios.







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