Con los cambios de gobierno, uno suele quedarse expectante, dispuesto a recibir señales que pueden ser interpretadas como positivas o negativas y que, al final de un tiempo prudencial, permiten establecer una opinión formada más allá de prejuicios e ideas preconcebidas.
Siempre fiando más en personas que en ideas, puesto que las segundas no valen nada sin la aplicación honrada por las primeras, en este caso no puedo ocultar que no carezco de alguna buena impresión inicial, debido al reciente nombramiento de un querido amigo, Domingo Laborda, como director general de Modernización Informática de las Administraciones Públicas.
Se trata Domingo de una persona buena y honrada, de lo que doy fe, justo lo que hace falta para borrar la imagen corrupta y zafia que nos dejó los últimos años de Felipato. Pero es algo más.
Domingo es casi un símbolo, y permitan que, tal y como nos decía el catecismo, me adentre en el "mostrad como".
Domingo es un profesional de primera línea, cargado de experiencia y validez que, por su nunca negada filiación socialista, fue postergado al infantil castigo de "cara a la pared" por el PP Valenciano, demostrando con eso más que una idiocia profunda, un encefalograma plano.
Y es que, mientras en términos de bonanza económica nada o poco puede recriminarse al PP, en lo que respecta a términos de Justicia Social y exceso de prepotencia la cosa cambia. Domingo sufrió, más allá que como profesor universitario la imposición de una Ley de Universidades absurda y predispuesta a actitudes revanchistas, un exilio interior que, conociéndolo como persona, se que no trocará en el principio físico de acción y reacción devolviendo los golpes recibidos. Algo que no tengo tan claro pasara en caso contrario.
También símbolo por la honradez que le acompaña y de la que ya está dando pruebas intentando minimizar gastos en su estancia madrileña, obviando sacrificios personales, es el prototipo de ser humano que desearía para todos los altos cargos, sea cual fuere el color del gobierno de turno.
Evidentemente, no faltarán los irreconciliables de siempre que recuerden intentando sembrar el terror su pasado comunista en el tardofranquismo. No debe escandalizar a nadie, empezando por mi, perteneciente cuando la juventud impetuosa así lo demandaba a grupos maoistas (dicen que quien no ha sido joven y revolucionario, no ha sido joven), ni mucho menos a afiliados o simpatizantes del PP. Recordemos que el ex ministro Piqué también fue comunista hace años y eso no le ha impedido representar con la máxima dignidad liberal el batacazo del partido de la gaviota en tierras catalanas.
Los temas en los que tendrá capacidad decisoria están decisivamente muy lejos de la Justicia Social necesaria a la que también cantaba letras de esperanza hace unos párrafos, pero si quienes trabajarán en ella son de la misma pasta que Domingo, a buen seguro que podremos dejar dormir la hoz en el trigal y el martillo en el taller, no siendo necesarias revoluciones por abajo si se ayuda de manera conveniente por arriba.
Lo dicho: Suerte, Domingo. No te digo como tu me solías formular en broma irónica un lacónico "a tus ordenes" acompañado de taconazo, pero si te mando un abrazo sin la intermediación de tus secretarias.