Sea esta la regla de nuestra vida: decir lo que sentimos, sentir lo que decimos. En suma, que la palabra vaya de acuerdo con los hechos.
              Séneca
en Minuto
en Internet

DESDE EL PEQUEÑO MUNDO

La EMT y el talante


 
Juan V. Oltra
 



Si usted intenta subir a un autobús de la EMT de Valencia con un carro de supermercado cargado de basura maloliente, no tendrá problema alguno. He visto con mis propios ojos como una familia gitana lo hacía, ante el espanto y las arcadas de los viajeros que iban a sus trabajos. Si sube con un carrito de la compra desde el Mercado Central rezumando líquidos y aromas no demasiado saludables, golpeando todos los tobillos del respetable, nadie le dirá nada. Como propietario de uno de esos tobillos mi silencio se debió a la educación, aunque no me explique la complicidad del conductor. E incluso si intenta subir con un carrito de bebé y usted va vestida con un chador u otra prenda que denote su condición de inmigrante, para evitarse el previsible conflicto y que no le tachen de racista, el conductor callará como una momia. Mirará a otra parte y soportará estoicamente las recriminaciones de algún pasajero.

Pero ¡ah de usted si comete al tiempo los nefandos pecados de llevar a un niño con su carrito y no poder disimular que es español o española!. La ira de los cielos caerá sobre usted en forma de normativa, y le asaetarán las mil maldiciones si a la mayor brevedad no reduce el vehículo infantil a su mínima expresión, ya sea plegándolo, engulléndolo o introduciéndolo por algún oscuro recoveco corporal. A no ser que tropiece con uno de los contados conductores de autobús que conservan el sentido común, que los hay, mayoritariamente entre las del género femenino, el representante de la empresa, sherif de las cuatro ruedas, imbatible prócer del asfalto, con un gesto de severidad comparable a la temible GESTAPO, le conminará a hacer malabarismos con el niño, los millones de adminículos que lleve en la cesta del carro y, tras plegarlo –si no ha logrado hacerlo desaparecer-, con este mismo.

Quizá no deba culpabilizar del todo a los conductores. Muchos de ellos, sobre todo los más duros, esos matones que liberan sus complejos asediando al pobre ciudadano, bastante hacen con coordinar sus movimientos para poder orinar dentro de la taza. Insisto, hay que reconocer que no tienen la culpa, solo son unos “mandados” que no quieren o pueden oír lo que es un clamor popular en las paradas, que ocupa espacio en los periódicos locales –ríos de tinta que dirían los clásicos del periodismo- y que, por lo popular, no llega a nuestros gestores municipales, paradójicamente, también populares, no fuera que sean acusados de demagogia por escuchar siquiera sea una vez al pueblo.

¿Quién es pues el culpable?. Fácil deducción. Su propio nombre, EMT (Empresa Municipal de Transportes), nos lo indica: el Ayuntamiento. En último extremo la alcaldesa es a quien debemos reclamar.

Ah, Rita, tu que has hecho de la política tu vida, que tan en cuerpo y alma te dedicas a la ciudad que no has formado tu propia familia, quizá en esa virtud llevas colgando también el pecado. Si hubieras llevado un carro de niño por el centro de esta ciudad que tanto quiero, que tanto queremos, me consta que es un amor compartido, te hubieras dado cuenta de que si bien en el principio del paseo es factible la idea de plegarlo, al poco de pasear, al irse completando su carga con las bolsas de compra, las palomitas de maíz, revistas y alguna chatarra varia, seria preciso un curso en alguna escuela de magia para poder realizar un milagro tan llamativo. Dirá usted, querido lector, que me estoy pasando, que existen otras alternativas: pasear (pasear mucho, las dimensiones de esta ciudad sin llegar a ser las de Madrid, no son precisamente reducidas), o tomar un taxi… pero si como buen español de a pie usted mantiene a sus hijos, a su hipoteca y una estupenda colección de recibos (este lo tengo repe, este no…), verdaderamente si que habría que recurrir a un milagro para poder optar por ello de manera cotidiana: el milagro de los panes y los peces, con los que nos alimentaríamos bajo esos puentes tan bonitos e inútiles que tanto dinero nos están costando a los Valencianos. El milagro económico de la Valencia del XXI.

Pero no me puedo creer que, a pesar de no pisar los autobuses más que en las inauguraciones, no le llegue este malestar de los pocos Valencianos que cometemos en estos tiempos la heroicidad de ser padres. De incrementar la natalidad propia, querida Rita, no temas que te acusen de falta de talante, de representar a la derechota que injiere en las empresas municipales ordenando siquiera lo que es lógico y justo. No, mi querida madrina de carrera, no: hay que perder los complejos, hay que actuar cuando es necesario, sin complejos, sin miedo a que la oposición de izquierda te llame fascista y poco dialogante. Lo van a hacer igual, lo sabes. De hecho, ya lo están haciendo.

Es imposible pasar por política de puntillas, sin salpicar. Este caso es un solo botón de muestra, pero hay más, muchos más, y tu lo sabes. No te pido que te conviertas en el manido cirujano con puño de hierro, pero si que recuerdes el proverbio judío que decía “Si no quieres que tu aliento deje huella, no respires”. Pierde el miedo, protégenos a los débiles. Y de paso, protégenos de quien nos protege




Contáctenos | Nosotros | Publicidad | Webmail | Estadísticas
© 2004 C/ Cuesta de San Vicente 2-8 Bajo A. 37007 Salamanca. Teléfono 902.19.86.91