DESDE EL PEQUEÑO MUNDO
Crónica de una España mejor
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Juan V. Oltra
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En estos tiempos revueltos, en que el bufón parece ser el rey, uno quisiera conservar el suficiente buen humor como para que el pensamiento más amargo que cruzara su mente fuera algo así como que las abejas son los heraldos del diablo.
Lamentablemente no es así. Y no se el porqué, si España va fenomenal. A nuestro primer presidente no gubernamental, osito de peluche del socialismo Zen que a nadie quiere dañar, como acertadamente le denominara Eduardo García Serrano y de quien robo el nombre, está consiguiendo todos sus propósitos, ergo debemos estar avanzando.
En poco tiempo hemos conseguido dejar el vasallaje a que estábamos sometidos por el amigo americano, como prueba que el teléfono de Moncloa aun espera que el teléfono rojo, amarillo o verde con pintas de la Casa Blanca le llame, le mande un telegrama, un correo electrónico o siquiera una pelotilla de papel con mensaje dentro.
La igualdad de sexos y entre sexos está conseguida, las calles se pueblan de monfloritas orgullosos de darse por retambufa mientras se llenan de zalemas, con bodas donde la novia ha sido operada de fimosis. Saber que hay políticos que no se esconden en el armario es siempre bueno: puestos a que nos den nísperos por donde amargan los pepinos, siempre es mejor que lo hagan profesionales en la materia.
El ejercito ya no hace ruido de sables. Por no sonar, ni las medallas de Bono suenan ya. Reconvertido a ONG, creo que en los cuarteles gastan parte de su presupuesto en juegos del ?Risk? para no olvidar que era aquello de la estrategia. Por supuesto ya no para emplearlos en los cuartos de banderas, de momento cerrados por reforma, dado que va a ser necesario ampliarlos para colocar todas las banderas soberanas que van saliendo.
La economía, estupenda. Cada vez que abre la boca Moratinos, sube el pescado. El euro le ha dado un mazazo tremebundo a nuestros tristes bolsillos que siguen cobrando en las castizas pesetas, los juguetes y las lámparas chinas provocan cierres de empresas que misteriosamente no afectan a las estadísticas de bonanza empresarial (primer misterio de fe petazeta) y en nuestros zapatos de Elda se ha clavado un chino, perdón, una china.
La Iglesia sigue dando disgustillos, tan intransigentes ellos que no quieren modernizarse ni sustituir las Sagradas Formas por látex con forma de póntelo-ponseló, pero este es un mal menor? total, dentro de poco, la religión oficial va a ser el Islam, así que basta con aguantarse un poco. Además, no la necesitamos para nada, entre bautizos civiles y confirmaciones militares, se demuestra que el suyo es un papel periclitado en la historia.
Y por si fuera poco, nuestro ocio está lleno de posibilidades que nunca antes se habían dado: al extrañísimo cine español que por decreto puebla las salas y a la tele que de manera maravillosa nos regala estupendos documentales sobre los peores estercoleros mentales del planeta, se han sumado deliciosas alternativas, más allá de obras blasfemas que la familia de Esperanza Aguirre monta demostrando que no solo la izquierda está en posesión de la Verdad Cultural Absoluta: podemos hacer un viaje al norte de África simplemente recorriendo algunos barrios de nuestras ciudades, podemos jugar a la ruleta rusa alojándonos en hoteles de la costa (juego patrocinado por ETA) y, además, tenemos a ese fabuloso show-man que es Rajoy, marioneta acomplejada que se mueve con un cierto confusionismo de hilos.
En resumen: no os quejéis, queridos lectores. Podría ser peor. Podría gobernar Sardá.
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