Juan V. Oltra

De cómo puede una ministra del gobierno llegar a dejar ojiplático y perplejo a un humilde servidor.

De entre la batahola mediática, de vez en cuando aparecen declaraciones o frases que anonadan a cualquiera que no sea un adulador profesional, un compañero de viaje al caos o un gozquezuelo. De ellas, algunas perlas merecen ser rescatadas para natural regocijo de futuras generaciones.

Y es que nuestra querida ministra de Sanidad y Consumo, Elena Salgado, ha manifestado (y sorprendanse, no en un bar delante de una helada pilsen, sino ante la comisión mixta Congreso-Senado sobre drogas) que hay que revisar "sin alarma, sin dramatismo" pero con todo rigor la situación en la que España es uno de los tres países europeos con mayor proporción de consumidores de cannabis.

Naturalmente, uno entendería que un político conservador, un obispo o incluso un profesor universitario algo lunático como el que suscribe, lanzara semejantes aseveraciones sin sonrojarse... pero no que lo haga una ministra socialista, partido clásicamente cargado de gonfalonieros de la legalización, que permitieron que nuestras ciudades se pueblen de establecimientos dedicados al cannabis como objeto cuasi de culto mientras aun resuenan los ecos del "viejo profesor" invocando el derecho a colocarse de los jóvenes.

Debe ser duro, muy duro para estos descendientes del 68 (un malvado diría que descienden del 68 por la imposibilidad física de hacerlo del 69) el aceptar no solo que la droga es un problema, sino concretamente el tener que demonizar al cannabis, habitualmente hierba de culto que representaba la ruptura con el mundo burgues y adocenado de sus progenitores. Y es que a veces los políticos también crecen y reflexionan. Por fortuna.