Huele a madera, a niños corriendo, a esa gitana que lee la buenaventura, a banco donde sentarse para leer poesías. Y cada olor, lleva prendida una foto de nuestro pasado, lleva un recuerdo feliz. Esos ojos que hacen arder mi deseo, ojos de fuego en la oscuridad.
En el Retiro nadie puede sentirse solo, las hojas del suelo abrazan tus pies y las ardillas te miran mientras evocas el pasado, y fantasmas más reales que los barquilleros o los mimos te rodean y deseas no llorar ni hablar alto para no despertar a los muertos que velan al Ángel Caido.
Paseando entre arboles veo que el sol empieza a declinar y las parejas limpian su ropa para levantarse mientras el tiempo gira en mi reloj desesperado por la ausencia. Quizás hoy sea el mejor día para ello ¿ porque no ?, deseo recordar. Mi recuerdo llama al trino de los pájaros, al viento entre los árboles y a esa memoria de mi sangre. Y vivo, vivo en esa criatura de Dios que se llama Esperanza.
Estoy cansado de flotar así, siempre entre las mismas cosas, entre pensamientos repetidos y vacíos, estoy cansado de no tirar a dar y de ser diana, estoy cansado de romperme así, pero la vida que me cuentas me hace vivir. Por el sol que me une a ti paso por la noche mejor. Aunque tengo miedo a que te vayas y me dejes sin ti. Dime que no es sólo un rato, dime que es toda la vida. Y tu me cuentas que me dirán que la vida se va a terminar, que hoy nadie me viene a buscar. Y me dices "Tu sólo piensa en mí". Sentí llamar y no quise abrir. Abrí la puerta y no estabas ya. Ahora me siento mal. A mi algo me falta.
Sin darme cuenta hablo en voz alta. Y me quedo parado esperando un milagro. Con tenerte a mi lado me quedo pagado, mirando la luz plateada que llevamos en la mirada. Mi cara sonríe todavía pensando en aquel día. Hasta la noche me da la razón, y después hay mañanas en las que es mejor silbar, pero que nadie lo oiga más que tu y yo.
Mira mi ojo derecho, niña, y mira que hay en él. Por las cosas que me dices veo las cosas mucho mejor. Y es que tienes ojos de halcón cuando hablas de amor. Y si me porto bien, luego me rozarás otra vez. Contarás las noches largas como serpientes, y por la mañana llamaré a la puerta y nos esconderemos. Y por las noches jugaremos a lo de siempre, en mi casa y en la tuya.
Las casas no se han hecho para vivir. Mi casa yo la he hecho para ti.