Dijo Cervantes que el no era padre sino padrastro del
Quijote. El mentía, yo no cuando así me proclamo de estas
líneas que escribo ahora.
Y un día vi venir al diablo dándome treinta monedas de plata. Y vi muy claro que yo era un vulgar traidor jugando a ganador, con el peor estilo de un mal perdedor.
Lágrimas a través de lágrimas han escrito historias y me han robado el corazón. Yo no se si podré encontrar la luz, el camino es largo y estoy cansado ya. Y ahora me esperas para proseguir los dos, rechazando cualquier ocasión de separarnos a mitad del camino.
Andamos como cuando juramos para siempre ser como hermanos. Muchas veces te recuerdo y tu ternura arranca lágrimas. Cuando sopla fuerte el viento eres mi fuego. Nunca me faltó un amigo ni tu amor dispuesto a perdonar. Y yo con todo he jugado sin sentido.
No es preciso que entendamos tanto lamento, vuelve a desplegar
tus alas y a volar contra el viento, por encima de las copas de los álamos
perdidos.
Mi espada tiene dos filos: uno para hacer cumplir las leyes civiles o seculares, del siglo. El otro para las leyes religiosas, las de la iglesia.
La punta de mi espada es afilada. Para acabar con los enemigos de la Fe.
Mi espada tiene forma de cruz, así que la beso antes de entrar en batalla y cuando un trance así me lo demanda.
El pomo de mi espada acaba en una bola, que representa
el mundo donde vivo y en el que seré enterrado.
- Aquí podríamos hacer Camelot, para que naciesen juanjuan y ese señor bajito cuyo nombre no recuerdo pero que también quiere ser Camelotiense o Cameloteño, pensó Albanel, un pescador con el mar en huelga reconvertido a pastor.
Y llamó a gritos a otro grupo de pastores: ¡Arturo! ¡Ginebra! ¡Sonja! ¡Pirx!, quienes dijeron: efectivamente sería un buen negocio inventarlo, pues Camelot no existe todavía y a la gente lo que le apetece es estar en Camelot y no en otros canales raros como España, Deprimidos o Gay_Osos (Pirx dijo que el prefería estar en Gay_Osos, pero todos empezaron a mirar al cielo y a silbar hasta que el pirxonida asintió)
Como todos los niños de Camelot, adquirí
la madurez cuando perdí la pureza. Cuando me enteré de lo
que significaba patata.
Fue Sonja quien me abrió los ojos. Recuerdo la escena como si fuera hoy. Sonja me llamó a su almena, cerró la puerta con llave y con cerrojo, y mirándome gravemente y apoyando una de sus manos en mi hombro, me dijo:
Sin saber que hacer, me eché al suelo y bese conmovido los pies de Sonja.
- ¡Patata! ¡Patata! - repetía. Y me
consideraba ya un pobre viejo lleno de experiencia.
En estas andábamos cuando desperté al
amor. Fue algo raro. De pequeño, cuando veíamos a alguien
con barba sabía que era un niño.
Pero si en lugar de barba llevaba un paquete, no sabía si era niño, niña o un cangrejo, lo que me provocaba la incertidumbre de darle un puro, decirle un piropo o arrancarle una pata para chuparla
Tan falto de experiencia estaba que un día me case con un señor que era notario. Y cuando por la noche descubrimos toda la verdad, nos disgustamos muchisimo y nos pusimos a llorar como dos criaturitas.
Al poco tiempo nos pasó lo que suele pasar en los matrimonios: que se cruzó en mi camino una moza estupenda y yo me escape con ella, no sin antes dejarle al notario, encima de la mesa, una conmovedora carta que decía así: " No me esperes esta noche para jugar al billar, porque me escapo con una moza que está imponente. En el cajón de mi mesita de noche te dejo una caja de puros como recuerdo. Adiós." Y no volví a ver más al notario.
Poco duró mi calma. La moza pretendía que, como caballero andante que soy (el caballo se me lo llevó la grúa, por eso soy andante) corriera alguna aventura que poder contar ante la lumbre. Sentado estaba al borde de la piscina, mientras devoraba un bocadillo de jamón pensando en que aventuras podría correr, cuando una loncha se resbaló y cayó al foso.
¡Horror!. La mezcla de cloro y orines hizo que se
tornara en un ente radiactivo que, tras bajar al pueblo y aleccionar en
un sabrosísimo mitin a los chorizos y morcillas allí residentes,
formaron un ejercito al que había que batir.