Sea esta la regla de nuestra vida: decir lo que sentimos, sentir lo que decimos. En suma, que la palabra vaya de acuerdo con los hechos.
              Séneca
en Minuto
en Internet

DESDE EL PEQUEÑO MUNDO

Una ley para ricos


 
Juan V. Oltra
 



Usted creerá que vivimos en un estado de derecho. Que la Constitución nos ampara y que oscuros intereses no pueden atentar contra nuestros humildes bienes. Que todos somos iguales, y que eso de la lucha de clases es un cuento de los años treinta, pues ahora los ricos no se hacen más ricos robando lo poco que tenemos los pobres. Lamento despertarles de tan idílico sueño.

Y es que si usted vive en Valencia, algo definido como ?interés público? puede dejarle sin casa, como ya ha sucedido con miles de familias (veinte mil -20.000 ? en la Comunidad Valenciana), dejando al Carmel a la altura del betún, sin contar con que a los afectados en este caso no solo se les desampara sino que se les olvida miserablemente. Un campo de golf, una nueva urbanización, la construcción de chalets de lujo? pueden hacer que usted, humilde trabajador que lo poco que tiene lo ha conseguido con el sudor de su frente, transfiera sus bienes a alguien que lo gana con el sudor del de enfrente.

Pongamos por caso que usted tenga una pequeña casita con jardín. Usted paga sus impuestos correspondientes, es un ciudadano consecuente con sus obligaciones y solidario a través de sus impuestos. Pero no ha contado con que para el ayuntamiento usted es menos que nada, tan solo un voto totalmente despreciable, una voz que no se oirá, a los humildes nunca se les oye. Su terreno, puede ser recalificado, cederá la mitad del mismo para zonas verdes, para calles, y en el caso de que le quede casa que proteger, tendrá que pagar una cifra astronómica en concepto de cuota de urbanización, para pagar el alquitrán que pondrán a su pesar sobre su muy trabajada parcela, embargándose así para toda su vida.

Claro que si usted en lugar de ser un pobrecillo currante es un terrateniente que posee 200.000 metros cuadrados, convertidos en un erial, sin construcción alguna, la ley del suelo valenciana , tratándole igual, le hará aun más rico? pues ahora su suelo, recalificado, valdrá muchísimo más, su plusvalía crecerá.

Todo el dinero invertido en arreglar su casa a su gusto, todos los recuerdos que esas paredes encierran, unas paredes que hace muy poco podría haber vendido por una pequeña fortuna, aunque como es su casa y no un negocio especulativo, no quiso entrar al trapo? perdido. Si no tiene dinero para pagar la cuota de urbanización, pueden quitarle hasta un 85% de su terreno. Terreno que ahora valoraran, si es usted afortunado, entre 15 y 20 miserables euros el metro cuadrado.

Supongamos que tiene usted peor suerte? que a algún arquitecto, municipal o no, con gaznate flojo (la carne es débil y el ladrillo duro), se le ocurre que una rotonda debe ocupar el que hasta ahora fue el cuarto de juego de sus hijos. Le darán a cambio un terreno pedregoso y perdido de la mano de Dios, con un poco de dinero con el cual ni tan siquiera podrá pagar la argamasa de la obra nueva. Con suerte podrá optar a un adosado, cuando usted antes tenía su pequeña casita con piscinita. Le convertirán en un pobre de solemnidad, mucho más de lo que ahora puede serlo, para que un gran urbanizador se haga aún más rico. Todo gracias a políticos que aspiran a ser Robin Hood al revés, sin pensar en porcentajes del 3% o superiores que pueden derivarse a bolsillos poco susceptibles de albergar ética y decencia.

Ni tan siquiera necesitarán notificárselo: un día puede usted volver del trabajo y encontrar un bull-dozer derrumbando su casa. Está usted indefenso. No es más que un pobre votante ¿no lo recuerda? ¿a ellos que les importa?

Y ahora, la otra cara de la moneda. Ese urbanizador que ha comprado el terreno donde tanto sudor usted derramó por un precio miserable (10 o 20 euros el metro), que edificará sobre él y que después se enriquecerá vendiendo como si las cañerías fueran de oro los apartamentos que sobre él edifique. Al tiempo, siempre dentro de la legalidad, será un sponsor de todo lo que el ayuntamiento le pida: vueltas a pie, fiestas populares, etc, de manera que los ediles quedarán contentos, aun sin tener que mal pensar sobre su supuesta honorabilidad.

Esto es culpa de la LRAU, una ley nacida en los últimos meses del gobierno Lerma y que el PP traía ya en su primer programa como objetivo a eliminar. Y yo voy, y me lo creo, claro. Muchos años han pasado para que sea un olvido momentáneo, muchos desterrados, sean españoles o extranjeros, jubilados, parados o trabajadores en activo?

Y es que uno cree que si un capitalista quiere nuestro terreno, debería hablar con nosotros, y no con el ayuntamiento. Uno querría confiar en que vivimos en un país donde se respeta a la propiedad privada y no prima la especulación frente al bienestar de sus ciudadanos.

¿Y cómo valoro los recuerdos?. ¿Alguien puede poner precio al árbol donde su hijo se apoyó para ponerse a andar por primera vez? ¿Alguien puede convertirse en un Judas vegetal y vender el pino que plantó su padre antes de morir?. Aun más ¿alguien puede parar esto?.

SI. Usted puede. Esto, aunque piense que no pueda estar pasando en España, está pasando, están sufriéndolo humildes sin medios para defenderse. Ayúdelos.

Mande un correo electrónico con su nombre y DNI a manifiesto@abusos-no.org. Mándele otro al Presidente de la Generalitat Valenciana: cartaciudadano@gva.es o directora_gabinete_pre@gva.es. Y otro al Presidente de la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo mlibicki@europarl.eu.int apoyando la petición Nº 609/2003 y el informe de los eurodiputados sobre los abusos urbanísticos en Valencia.

Esto no es desarrollo sostenible. Esto es acoso sostenido: roban tu casa, tu patrimonio, tus recuerdos, generando depresión y ansiedad.

Este próximo sábado 12 de marzo, a las 11 de la mañana, hay una manifestación de protesta que saldrá de la plaza Rodrigo Botet de Valencia. Allí podrán encontrarme.




Contáctenos | Nosotros | Publicidad | Webmail | Estadísticas
© 2004 C/ Cuesta de San Vicente 2-8 Bajo A. 37007 Salamanca. Teléfono 902.19.86.91