Sea esta la regla de nuestra vida: decir lo que sentimos, sentir lo que decimos. En suma, que la palabra vaya de acuerdo con los hechos.
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DESDE EL PEQUEÑO MUNDO

Codo con codo


 
Juan V. Oltra
 



En anteriores líneas, les hablaba de una ley perversa de la Generalitat Valenciana, la LRAU, que subvierte el derecho a la propiedad privada. Una ley que permite que una empresa constructora, con la anuencia y apoyo de las administraciones locales, pueda despojarle de su casa y que, silenciosamente, sigue dejando en la nada a muchos ciudadanos, privándolos de lo poco que con su trabajo han ido pudiendo conseguir.

Escribo poco después de asistir a una manifestación que recorriendo el corazón de Valencia, pedía su erradicación. Una manifestación donde los asistentes eran poco homogéneos: los había ancianos y jóvenes, parejas con niños y solteros, valencianistas con grandes señeras azuladas y grupos que gritaban a favor de ?Terra Lliure? (estos muy acertadamente amonestados por los convocantes), españoles y extranjeros. He visto un par de chapitas con una svástica tachada, y una camisa con el escudo legionario y la leyenda ?los legionarios no mueren, se reagrupan en el infierno?. Gente muy diversa y variopinta, no tienen más que fijarse en mi, que soy un bicho muy raro. Un milagro, vamos. Que en esta sociedad polarizada y dividida confluya tanta gente, siquiera sea para protestar, es maravilloso? y al tiempo habla muy mal de la política de la Generalitat, que debería escuchar un poco más a la calle. Esa misma Generalitat donde ostenta el poder un partido que llevaba en su programa electoral la abolición de una ley tan funesta.

Aunque queda mucho trabajo por delante hasta conseguir que los políticos se fijen en estos pobrecitos habladores (aunque no pocos, esta vez hemos hablado varios millares de personas), hay que felicitarse por el camino que ya se ha empezado a andar. Por dos razones principales: por haber logrado que algún dormido ciudadano despierte de su sueño y sea consciente de la perversión de esta ley, aunque solo le mueva el egoísmo de pensar que él puede ser el próximo (recuerdo alguna cara ojipática cuando, al preguntarme algún espectador el porqué de la manifestación, le explicaba lo que es la LRAU), y porque algo parece empezar a moverse en palacio, aunque muy despacio: esta semana han aparecido noticias por parte del gobierno autonómico sobre los matices que harán menos dura la nueva ley, que vendrá a sustituir a la LRAU. Ciertamente, nada realmente subrayable, el remedio ofrecido es como si alguien sufre la amputación de un brazo y le consuelan regalándole un par de tiritas. Pero menos da una piedra, y encima, duele.

Las consignas que flotaban en el ambiente quizá no lleguen aun a calar en nuestra clase política. Las frases facilotas para su canturreo quedan en la memoria de los presentes, alguna con más fortuna que otras (eso si, le puse falta a una, la de ?Menos tres por ciento y menos ríos de cemento?), pero no trascienden. Para paliar eso, me permito desenterrar en este año de clásicos a nuestro genial Lope de Vega, de quien hago mías estas líneas para dedicárselas, con mis mejores deseos para una sana reflexión, a nuestro Molt Honorable:

Todo lo que manda el Rey
que va contra lo que Dios manda
ni tiene valor de Ley
ni es Rey quien así lo desmanda.

Ojalá la próxima vez que tanta gente tan dispar se ponga de acuerdo en algo, no sea para protestar.




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