Sea esta la regla de nuestra vida: decir lo que sentimos, sentir lo que decimos. En suma, que la palabra vaya de acuerdo con los hechos.
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DESDE EL PEQUEÑO MUNDO

Día horrible


 
Juan V. Oltra
 



Suele ser algo común el tener una aversión particular hacia un día en concreto de la semana. Mi jornada fatídica es la del miércoles: tras una mañana repleta de tutorías y reuniones, me espera una tarde con seis agotadoras horas, seis, de clases. Evidentemente, cuando llego a casa, el aprendiz de bárbaro en que se está convirtiendo mi hijo sabe (estoy seguro de que es plenamente consciente de ello) que estoy para pocos ejercicios gimnásticos, y disfruta tomándome el pelo con la certeza de que estoy tan agotado que no ya con una bronca, sino tan siquiera con un susurro puedo amonestarle.

Pues bien, tras mucho meditarlo, he llegado a la conclusión de que el día horrible del presidente Zapatero es el viernes, día de consejo de ministros. Y es que bregar con esa tropa debe poner a cualquiera de los nervios. No se como será el pasar unas horas encerrado con esa colección tan heterogénea de personas, pero ciertamente la impresión que tiene uno tras escuchar alguna astracanada pronunciada por las aparentemente ministras florero o los ministros jarrón, deja poca holgura para la esperanza.

Para muestra, un botón: el senador popular Van-Halen, dirigiéndose a la Ministra de cultura Carmen Calvo (apeo los tratamientos siguiendo recomendaciones del propio gobierno) utilizó la alocución latina ?dixit?: al menos en cinco ocasiones dijo "Calvo dixit". De manera insospechada, y ante el estupor de los presentes que ese día no se hubieran dejado sus orejas en la mesita de noche, nuestra flamante ministra de cultura replicó: "Señoría, usted para mí nunca será Van-Halen «Dixi» ni «Pixi»; será su señoría, el senador Van-Halen, precisamente porque estamos en una Cámara de representación democrática en nuestro país, precisamente porque estamos en el Senado.

Y desde ahora le adelanto que ese modelo de intervención, con alusiones pretendidamente ingeniosas acerca de las personas, en este caso de mi persona, si quiere, se las puede ahorrar, porque no voy a contestarlas?. Si usted, amable lector, piensa que le estoy engañando, que exagero, le ruego que consulte el número 28 del diario de sesiones del Senado, de día 9 de febrero de 2005, donde figura la trascripción oficial del pleno.

¿Increíble? ¿una ministra, y de cultura, haciendo de ese modo tan burdo la competencia desleal a Miliki?. Nada nuevo bajo el sol, por otra parte, si recordamos memorables frases de la ministra Calvo (Calvo dixit, vamos, pero sin animo de ofender), como "Estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie" o "Yo he sido cocinera antes que fraila". De igual modo, repasando nuestro pasado no tan lejano, recordamos como otro ministro de cultura socialista, Solana, epataba a la concurrencia diciendo aquello tan bello de ?doceavo?.

Está claro, pues, que la ministra Calvo, doctora en derecho, prefiere ver los dibujos animados antes que leer a Horacio o (ustedes disimulen) a Cervantes. Lo que no se yo es si la ministra de cultura tiene derecho a ser realmente inculta.

El mejor cronista parlamentario que nunca ha tenido España, Wenceslao Fernandez Florez decía que el cronista de Cortes es como un pescador de caña, que espera pacientemente en la orilla a que ?piquen? los lances del debate que llevar a la crónica. Hoy, en las Cortes y en el Senado, se pesca con red practicando el arrastre y se destina gran parte a la exportación. La duda, queda: ¿son verdaderamente quienes nos dirigen mucho más tontos que nosotros?.




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