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DESDE EL PEQUEÑO MUNDO

¿Estás ahí, papá?

Hace un par de días, un niño de siete años llamaba a los timbres del portero automático de una finca del centro de la ciudad. Habituados a las molestias de los repartidores de publicidad, vendedores puerta a puerta y predicadores del séptimo profeta cojo, nadie hizo caso.

El niño insistió, llamó una y otra vez hasta que un vecino decidió averiguar a que venía tanto ímpetu en la llamada. Cuando escuchó la voz del niño llamándole papá, le dijo que se equivocaba de puerta, que no era allí. No obstante, algo raro notó y decidió bajar a la calle. No podía quedarse tranquilo después de oír esa voz.

El guardia de seguridad le comentó con un tono de reproche que el niño estaba solo en el coche desde las siete de la tarde, con las llaves puestas, y que desesperado ante su abandono, decidió buscar a su padre. Eran casi las diez de la noche. Decidieron ponerlo en manos de la policía.

La policía localizó a la madre del niño, que estaba tranquila pues el niño había salido a principio de la tarde con su padre, por lo que no había motivo alguno para la alarma… hasta ahora. Faltaba localizar al progenitor.

Removieron cielo y tierra, llamaron a todos los teléfonos posibles, pero nada. El padre no apareció hasta la una y media de la madrugada. Por lo visto decidió esa tarde dar una alegría a su entrepierna y visitar a su amante. Al niño lo dejó en la calle, con las llaves del coche puestas, para dar la impresión ante guardias y curiosos varios de que había salido a hacer un recado breve.

Ahora, el vecino y el guardia de seguridad están esperando a que les llamen a declarar, la madre, además del divorcio, parece que ha emprendido algún tipo de medidas legales. Y bien comedida que es, otras medidas hubiera tomado yo, pero con las tijeras de podar.

Esta historia, verídica (la conozco de primera mano) es algo más que una lamentable anécdota. Es una muestra de algo que muchos venimos percibiendo y de lo que nos dolemos: nuestra sociedad va a la deriva.

Cuando los pilares básicos en los que se sustentaba son atacados y carcomidos, todo lo que nos rodea es susceptible de derrumbe. Nuestra Fe atacada por el gobierno del talante de José Luis y su guitarra, el orden público hecho trizas ante las mesnadas bárbaras, que ahora no vienen del norte sino del sur, la propiedad privada abolida por leyes como la LRAU, la familia denostada e incluso la propia unidad de España con fecha de caducidad (¿Recuerdan al conseller Huguet llamando a la guerra civil si no sale el estatut como ellos quieren?)… demasiada podredumbre en nuestras vigas. Es lógico que nuestro edificio tiemble, que los valores troquen en perversiones. Ancianos abandonados en gasolineras, niños esperando a que su padre termine de fornicar mientras el miedo invade el interior de un coche…

¿Imaginan el terror de ese niño, el miedo al abandono, el pánico por no saber de su padre, mientras este se lo pasaba tan ricamente?. Me duele, me duele profundamente ese niño. Y con el niño, me duele España.

Juan V. Oltra






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