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XLII

 

Yo también, cual los héroes medievales

que viven con la vida de la fama,

luché por tres divinos ideales:

¡por mi Dios, por mi Patria y por mi Dama!

 

Hoy que Dios ante mí su faz esconde,

que la Patria me niega su ternura

de madre, y que a mi acento no responde

la voz angelical de la Hermosura,

 

rendido bajo el peso del destino

esquivando el combate, siempre rudo,

heme puesto a la vera del camino,

resuelto a descansar sobre mi escudo.

 

Quizá mañana, con afán contrario,

ajustándome el casco y la loriga,

de nuevo iré tras el combate diario,

exclamando: ¡Quién me ame, que me siga!

 

Mas hoy dejadme, aunque a la gloria pese,

dormir en paz sobre mi escudo roto;

dejad que en mi redor el ruido sese,

que la brisa noctívaga me bese

y el Olvido me dé su flor de loto.

 

 Amado Nervo (1870-1919)

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