Las claves del día en un minuto |
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LLEGARON LAS VACACIONES
España está de vacaciones. Minuto Digital también se toma un pequeño descanso. Las actualizaciones diarias regresarán en Septiembre, con nuevo diseño de la web y nuevos contenidos. Hasta ese momento iremos actualizando MDC semanalmente con artículos de opinión más relajados para todos aquellos que, aún con calor, nos visiten de vez en cuando durante este mes.
JUAN V. OLTRA
El reino de las hamburguesas
¿Gobiernan el mundo las hamburguesas?. En todo caso, miden su potencia económica.
Cuando estudiaba la carrera, un buen profesor, hoy compañero y amigo (y lector, que todo hay que decirlo) nos explicaba pausadamente algunas de las claves de la economía en las empresas. Era especialmente agradable asistir a sus clases, pues las adornaba con ejemplos sacados de la vida real que, en bastantes ocasiones, eran particularmente simpáticos, lo que permitía soportar a unos cuerpos jóvenes y llenos de ganas de explotar el mundo tanto tiempo enclaustrado junto a los pupitres.
El recuerdo de sus clases vuelve a mi memoria cada vez que The Economist actualiza su índice “Big-Mac”, ya que hubiera sido algo que encajara con ese estilo tan aspirado por todo docente que permite enseñar deleitando.
Y es que estos sesudos señores de una de las más serias revistas económicas del mundo, descubrieron en los ochenta que el patrón oro estaba más que periclitado… y que los tipos de cambio internacional escondían las más de las veces alguna argucia de gobiernos astutos y sibilinos, por lo que decidieron, sin duda con mucha erudición, que lo que de verdad permite seguir la marcha de los dineros a lo largo del mundo son las hamburguesas. El Big Mac, concretamente (perdón por la publicidad encubierta, no es mi intención) resulta aparentemente lo más acertado para medir el crecimiento de la economía mundial.
Y es que una hamburguesa de este estilo (omitamos caritativamente de ahora en adelante el nombre comercial) pretende costar el mismo esfuerzo laboral en cualquier país del planeta donde se venda, algo que en manos de una multinacional presente en 119 países con 30.000 puntos de venta, resulta prácticamente universal. Esto es: si a un chaval uruguayo una hamburguesa con zumo de yanqui (vulgo refresco de cola) y unos hidratos de carbono con forma de patatas le cuesta una hora de trabajo, este tiempo debe ser exactamente el mismo para un chico italiano o chino. La diferencia de las economías de los países hará el resto. La referencia pues, la unidad de medida sin trampa tanto tiempo buscada es lo que vale un pedazo de carne molida de estos en un país determinado. País determinado que resulta ser los Estados Unidos de América, obviamente. Para no aburrirles con cifras, les remito a la referencia directa, en las páginas de The Economist: http://www.economist.com/markets/bigmac/displayStory.cfm?story_id=2708584.
Una vez visto esto, sin meterme en bosques extraños ni intentar ahondar en la bondad (o no) de tan poco jugosa teoría, queda siempre el resquemor que produce la confirmación de que no solo los estadounidenses son los amos del mundo, sino que su comida basura es referencia no solo para nuestros cada vez más maltratados estómagos sino para nuestras no menos sufridas carteras.
Dado que con los calores del verano servidor de ustedes cada vez se siente más subversivo, permítanme que les deje pues con un grito que va trocándose en revolucionario, largamente larvado en mi subconsciente: ¡Vivan las tortillas de patatas y las cervezas!.
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Mikel Agirregabiria Agirre
No existe mejor política que la del apoyo familiar
Primer día de vacaciones estivales en un destino turístico de la costa alicantina. Durante la cena en una terraza, con ojos aún desacostumbrados advertimos una diferencia obvia entre la familia media de origen extranjero (centroeuropea, nórdica, británica o francesa) y la familia de turismo interior (valenciana, madrileña, murciana o vasca). Frente a nuestra familia promedio de padres maduros y sólo uno o dos hijos, los progenitores foráneos son jóvenes y cuentan con más hijos, de tres a cinco.
La conversación con amigos noruegos, flamencos y bávaros nos descubre dos razones determinantes: El apoyo familiar que brindan las instituciones europeas en otros Estados es hasta diez veces superior a nuestras raquíticas y variables bonificaciones fiscales, y la ciudadanía de otros países ha revalorizado la familia anteponiéndola a la "economía de la comodidad". Además, el electorado europeo más avanzado analiza decisivamente y sanciona con su voto, positiva o negativamente, las políticas familiares en todos los comicios.
Margaret Thatcher, neoliberal a ultranza, pronosticó la inexistencia de la Sociedad y la desaparición de la Política e incluso de la Historia: “La sociedad es un fantasma; sólo existe la Familia, el Mercado y el Estado”. Lo cierto es que, mientras el mercado se expande y las administraciones fluctúan, hemos permitido que la familia sea cada vez más minúscula.
¿Incluirá algún partido político como prioridad una administración de protección familiar activa, con fuertes medidas fiscales, de vivienda y de conciliación de la vida laboral y familiar, declarando como objetivo superar netamente la tasa de reposición del 2,1% de natalidad? Desde el máximo respeto a la libre decisión personal, ¿hasta cuándo habremos de esperar de nuestros líderes una apuesta humanista por la vida y por la familia? Nunca olvidemos que la familia es el primer y mejor ministerio de educación, sanidad y bienestar social, y que una sociedad vale exactamente la suma de las familias que la integran.
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