De repente la curiosidad se despierta en mi, y decido averiguar que extraño milagro ha provocado que este gigante aparezca de la nada. Infructuosamente. Los milagros no tiene explicación alguna. Le doy vueltas y más vueltas al tronco, y todo el esta inmaculado. Solo una marca, reciente pero que parece haber estado ahí toda la vida, hace resbalar la resina como la sangre cae de en los crucifijos de las iglesias de pueblo: de manera sencilla y perpetua.
Acerco mis ojos para ver mejor y leo "Sólo tu". Vuelvo la vista atrás, hacia mi pasado inmediato, y recuerdo mi miedo a los lobos del bosque, mi perpetua huida hacia delante, mis sobresaltos ante cualquier crujido inesperado. Y ahora me veo, tan tranquilo, tan sereno, despierto a sentimientos que ignoraba solo un tiempo atrás. Y cuando me pregunto que es lo que me da esa paz, mi respuesta es inmediata. El árbol. Mi árbol. Si muriera hoy, quisiera que me enterraran a sus pies, para fertilizar sus raíces y que eternamente estuviéramos unidos. Pero algo me dice que no va a ser así, que me espera más tiempo para disfrutar de su cobijo, de sus frutos. Dios no puede haber hecho ese milagro para no dejarme disfrutar de él. Aun recuerdo mi sorpresa cuando vi el árbol. Al principio, solo era uno más, pero algo extraño me impulsó a acercarme, a tocarlo. Y cuando mi mano acarició su recia corteza, una corriente eléctrica convulsionó todos los poros de mi piel. Me estaba transmitiendo su magia, me estaba dando su amor. Entonces comprendí que el árbol y yo éramos solo uno, de ahora en adelante. Lo conozco desde hace poco, pero lo he querido toda mi vida. Pertenecemos a dos especies distintas, y sin embargo yo se que cuando le hablo él me escucha y me comprende. Y cuando el viento agita sus hojas y sus ramas, y él gime, yo entiendo lo que me dice. Nunca he entendido mejor. Porque es como si me escuchara a mi mismo. Porque amo a este árbol. Hay momentos en los que tengo que dejar su cobijo y buscar en mis viejas trampas aquellos animales que en ellas cayeron, mas aun entonces el árbol me acompaña. Llevo una semilla suya en mi bolsillo que ha echado raíces en mi corazón, y me basta mirar dentro de él para ver mi árbol.
Ahora a su sombra construyo
mi cabaña, con la ventana orientada hacia su copa, para que todas
las mañanas sea su movimiento el que me despierte. Para oír
el movimiento de sus hojas transformados en latidos. Para que ambos seamos
el nuevo corazón del bosque.
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"He visto las ciudades de muchos hombres, y he aprendido sus costumbres". Homero. La Odisea.
El 10 de Mojarran de 1.355 de la Hégira, Abbasali y Sabab se conocieron en la escuela de teología de Qum. Ambos venían de zonas diametralmente opuestas de Irán, pero parecía que habían vivido siempre juntos. Un cúmulo de casualidades rodeaba sus vidas. En tan sólo unos días, se querían y respetaban como hermanos. Y como hermanos compartían la preocupación por el asedio que el poder infligía a los maestros de teología, incluso a los hoyatoleslam o ayatollahs.
Juntos leían a Ruhollah al-Musavi, Jomeini "Si nosotros, musulmanes, no hacemos más que preocuparnos de plegarias canónicas, peticiones a Dios o invocar su nombre, los imperialistas y los gobiernos opresores nos dejarán tranquilos. Si decimos hoy "permitidnos concentrarnos llamando al addan y decir nuestras oraciones", permitiéndoles que roben todo lo que es nuestro. "Dios cuidará de ello. No hay poder ni refugio excepto Él, y si Dios quiere, seremos recompensados en el Más Allá". Si esta es nuestra lógica, ellos no nos molestaran.".
Juntos ansiaban su regreso.
Juntos hicieron muchas cosas. Juntos repartieron cintas grabadas por Jomeini en la ciudad santa shi´i de Nadjaf, Irak, dirigidos por el Consejo Revolucionario Islámico de Qum. "En nombre de Alá misericordioso: ¡Gentes, despertad!. Desde hace diez años, el Sha habla de desarrollo. Sin embargo, el pueblo entero está falto de las cosas más elementales. Hoy el Sha promete cosas para los próximos 25 años. Pero el pueblo sabe que las promesas del Sha no son más que palabras vacías. La agricultura ha sido destruida, ha empeorado la situación de los obreros y de los campesinos, la independencia de nuestra economía es una ficción. ¡Y este hombre se atreve a hablar de revolución! ¿Qué revolución es esa que paraliza las fuerzas vitales de un pueblo y lo somete, junto con su cultura, a una dictadura extranjera?. Hago un llamamiento a los estudiantes, a los obreros, a los campesinos, a los comerciantes, a los artesanos para que se alcen en lucha , para que creen un movimiento de resistencia. Y quiero aseguraros que este régimen está a punto de caer".
Juntos, convertidos en pasdaránes, vivieron el trágico fin del Ramadán de 1.978, donde el ejercito les disparó a quemarropa. Sabab cuidó bien de Abbasali, que recibió un tiro en el estómago.
Abbasali estuvo a punto de morir, pero los buenos cuidados de su amigo y una ayuda de Alá le mantuvieron vivo. Vivo para recibir en el aeropuerto de Teherán al imán el año siguiente.
Ese fue el inicio de su separación. Abbasali empezó a tomar cada vez más responsabilidades políticas, mientras que Sabab se limitaba a reflexionar teológicamente y a cargar toda su política en la Oración del Viernes.
Cada vez más alejados el uno del otro, Sabab descubrió que su amistad con Mahdi Hashemi, recientemente detenido acusado de ser un enemigo de la revolución, le ponía en punto de mira de grupos radicales shi´i. Imploró ayuda a Abbasali, pero no consiguió nada.
Abbasali estaba superado por sí mismo. No dormía prácticamente. Su frugal dieta de higos, arroz y legumbres, imagen de la del imán, tampoco contribuía a darle más fuerza. Estaba a punto de jugárselo todo, convenciendo a estudiantes para que dieran un golpe de efecto. A estudiantes y a obreros. A diferencia de los regímenes capitalistas y comunistas, la sociedad no se divide en dos grupos de trabajadores y patronos en el Islam, todos son trabajadores, aunque uno sea un herrero y otro un jefe de estado. El Islam prohibe vivir de ganancias ilegítimas o de la mendicidad, es el gobierno quien tiene la responsabilidad de ayudar al imposibilitado y auxiliar al desempleado hasta que encuentre trabajo. Por eso también, desde que fueron expropiados por la revolución, los bancos no piden intereses por sus prestamos ni dan beneficios por el dinero en sus cuentas. El Islam prohibe la usura. Abbasali con este escenario luchaba por dar un impulso definitivo a la revolución. Y lo consiguió. El 4 de noviembre de 1.979, aniversario de la expulsión del imán por parte del Sha, un grupo de estudiantes ocupó la embajada americana en Teherán. Cuando todo parecía indicar que el imán condenaría el acto, su discurso sorprendió al mundo: "En cuanto a la independencia, algunos todavía dicen que Estados Unidos sigue gobernando aquí, pero vosotros estáis enterados de que en estos momentos nuestros jóvenes han ocupado el centro de corrupción (...) No tengáis miedo. Nuestros jóvenes aún actúan bajo la presión de que es lo que podría ocurrir si hubiera una intervención militar de Estados Unidos en Irán. La palabra si debe ser olvidada.(...)". Bar, Bar ,Amerika. Muerte a América, pensó Abbasali.
Adiós a capitalistas y a comunistas, por fin el Islam y su Yihad han triunfado.
Ese momento de triunfo le tranquilizó por fin. Y pensó en su amigo Sabab. Se había portado mal con él, lo tenia aparcado y a los amigos no se les aparca. Se juró recuperar el tiempo perdido. Intentó localizarle, pero lo único que consiguió fueron evasivas. Cuando al fin descubrió la verdad, era demasiado tarde. Un grupo de pasdaranes como lo habían sido ellos mismos, los guerreros de la revolución islámica, esa que el imán siempre decía que debía ser lenta, pues lentos crecen los árboles y solo ellos perduran entre las hierbas, esa revolución que no pretendía cambiar a los hombres, como comunistas y capitalistas, pues esa es sólo tarea de Ala... había asesinado a su amigo, a su hermano, dentro de la espiral de violencia que él mismo había desencadenado con el asalto a la embajada.
Sabab no era más que un traidor, amigo de traidores, a vista de sus mismos seguidores. Él había firmado sin saberlo su sentencia de muerte. Abbasali regresó a Qum. Esa noche Abbasali lloró. Esa noche lágrimas amargas cayeron en Qum. Esa noche, contradiciendo al Corán, Abbasali bebió. Y bebió mucho. Al día siguiente sus ayudantes retiraron su cadáver, una baja más entre los tiros perdidos esa noche.
Alá es grande. El que tenga oídos para oír, que oiga.
Tus ojos que han visto tan poco... ven tanto dentro de mí, que me da vértigo el reflejo. Grandes, y sin embargo aún pequeños. Oscuros y a la vez, lo más claro que jamás vi.
Quiero verlo todo a través de tus ojos, quiero sentir el mundo contigo. Quiero enseñarte el mundo. Quiero que aprendas de mis errores, de mis bajezas, y, si vieras alguno, quiero que se me caiga la baba viéndote imitar mi acierto.
Tus ojos que aún sin comprender, sin saber, lo comprenden y lo saben todo. Taladran los míos y se introducen dentro de mí, no solo en la cabeza sino en lo más profundo, en el alma.
Alma que contigo encuentra un camino a seguir, una pista que no se puede soslayar. El camino de la salvación. ¿Cuántos hombres santos se han perdido por no haber encontrado unos ojos así?
Tus ojos, hermosos como pocos, que ya saben reír pícaros, que ya saben pedir y conseguir el juego, el abrazo, la risa compartida. Tus ojos, que aún no saben odiar. Que no saben mentir.
Cuando te veo dormido, con esos destellantes luceros cerrados, siento ganas de besarte. Y me da miedo. Y me da alegría. Miedo a despertarte. Alegría por volver a cruzar mi mirada con la tuya.
Tus ojos laten y expanden más vida que tu propio corazón. Tus ojos dan vida a todo lo que te rodea, alcanzado por una radiación fecunda de felicidad y amor que ningún poeta intentaría jamás imitar.
Pues eso son tus ojos. Poesía en estado puro. Poesía que
promete y poesía que destruye. Que destruye dolor, recuerdos clavados,
remordimientos, impotencias, iras y odios. Y el mejor poeta, tu sonrisa.
Para Juan en su 15 cumplemes, de Juan.
Las campanas de la iglesia están tocando a soledad. Nada será igual, pues dejaré de ir con camisa blanca a oír contigo que Dios escribe recto con renglones torcidos. "Todo ha muerto, ya nunca volverá", me decía mientras notaba la pena grande como una maldición.
Pero una vez más, me equivoqué. Marcado por la vida y la arena, tu vida es parte de mi, lágrimas a través de lágrimas escribieron mi historia, lágrimas a través de lágrimas forjaron tu corazón. Si te vas, me quedaré sentado como un perro mojado por la lluvia, esperando a su amo. Aunque el tiempo pase entre los dos y te volvieran a besar donde yo ya te había besado, te esperaré para caminar los dos en la misma dirección, como cuando nos conjuramos con un corte en la mano, como cuando nos juramos ser siempre como hermanos, para esperar juntos el amanecer de una nueva vida.
Te lo dije todo y lloré sobre tu piel, cuando tengo frío, eres mi fuego. El recuerdo de tu ternura infinita arranca cálidas lágrimas que me reconfortan. Tu no has cambiado, no te has ido, y esa idea me ilumina en el camino oscuro de mi soledad.
El camino es largo y quizá yo me cansé antes de llegar, pero nunca me faltó un amigo ni tu amor dispuesto a perdonar. Mientras haya un tren que pase, habrá un destino. Mientras haya destino, te buscaré allí. Con la mitad de tu vieja amistad volvería a empezar todo lo que hice a tu lado, y si naciera mañana, lo volvería a hacer, simple y llanamente porque mi cama se hiela sin ti. No es preciso entender, no es necesario saber, para volar contra el viento sobre los pinos perdidos. Y entre algarrobos, volveremos a vernos.
Cuando despierto lo primero que veo son las copas de los árboles. Me incorporo y me cuesta unos segundos situarme. Perdido en la sierra y sin una exacta noción geográfica de mi situación, mi mano frota mi frente repetidas veces. Lo siguiente que a mi cabeza llega es la ansiedad, vuelvo a buscar en el ambiente el ladrido de los perros, los gritos de la jauría humana. Vuelvo a escapar.
Se que me siguen, pero no se porque. Recuerdo que cuando todo empezó oí que decían que buscaban a alguien, que ya faltaba poco para meterlo en una jaula. Pero no sabía que su caza era yo. Y estaba allí.
Van de cráneo si quieren cazarme. Si se acercan mucho, que tengan cuidado, pueden morir. Dicen que soy peligroso. No me conocen aun lo bastante.
Intento vaciar mi cerebro de los últimos recuerdos, de mi vida como animal en las montañas, para poder atraer a él el porqué de todo esto. Me veo empuñando mi arma. Ella es mi ángel de la guarda. Quise ser un ángel, pero me tocó ser un demonio, lo único que me salía bien era el mal.
Solo conozco una ley: la del más fuerte. ¿ Vienen por mi ?. De acuerdo. ¡ Quieren arder y han encontrado al diablo !. Reiré mientras sus cuerpos se consumen. Ellos temen morir, yo vivo esperando la muerte, mi compañera. Cuando aprieto el gatillo mi arma cobra vida, ambos estamos enamorados de la sangre ajena.
Miro el futuro y lo veo muy negro, pero sonrío cuando hago que ellos lo vean de color rojo. Mi sangre tiene un veneno que no puedo controlar, que me evita los rigores del sueño y el hambre, que calienta mi cerebro y enfría mi corazón. Y soy feliz envenenado. No me quiero salvar.
¿ Porque empezaría todo ? ¿ Realmente hice algo horrible ? Ahora nada importa, pues en mi huida les di motivos suficientes para quemar mi cuerpo con vida. Yo lo haría en su lugar, así que no puedo culparles. El corazón es un animal extraño.
Todo a mi alrededor es muy solitario y se que pronto se acabará. Solo puede empeorar, mis fuerzas no serán eternas y ellos cada vez son más.
Y mientras me despido de lo que fui y lo que no pude ser, pienso en ella. Quisiera algún día encontrar a alguien igual a ella, para ser feliz. Pero es inútil, pues como ella solo hay una. Me gustaban los ruidos que hacia cuando la amaba, me gustaba leerla como una novela erótica, me gustaba su cara, máscara que ocultaba miles de años de saber, me gustaba su destino que la salvaba de ser una más, me gustaba amarla. Pero ellos la violaron y mataron al saber que era mía. Eso encendió mi dolor. Eso acabó con ellos.
Es fácil enterrar a tu único amor. Solo lleva un día. Pero tardare toda una vida en olvidarla. Aunque nunca dejare de llorar, dejé que mis lágrimas apagaran mi dolor, para darle el testigo a mi cólera.
Los días de sol me traen su recuerdo, sus ojos brillando con el reflejo de los míos en ellos. Los días de lluvia me recuerdan las lágrimas que en su cadáver seque. Las noches me recuerdan los momentos en que nos amamos bajo la luna, junto al arroyo, mientras cientos de luceros nos vigilaban. Cuando miro a las estrellas desde esta montaña, tan cerca de ellas que me dan ganas de tutearlas, creo verla sobre una de ellas, vigilando y aprobando mis actos. Si. Se que si hubiese sido ella quien me hubiera sobrevivido, hubiera tomado el camino que yo he tomado. No hay paz. No hay perdón. Ya se porqué estoy aquí. Sombras me avisaron de que no saliese, que no lo hiciera. Las sombras murieron también. Exigían una fuerza que no tengo: la necesaria para no hacer nada. No importa, no se puede perder lo que nunca se ha tenido. Dicen que perdí la razón, que estoy como una cabra, pero la verdad es que siempre estuve loco.
Puedes descansar, cariño. Yo velare tu sueño eternamente.
Se acerca mi última aventura, se acerca mi noche eterna. Pero ellos vendrán conmigo.
Perdido en las montañas ( 2 ) - Inspirado en obra dispersa de Raul de Góngora.
Un nudo en la garganta me ahoga, me asfixia, no me deja respirar, me hace sollozar. Me jure no volver a llorar nunca, no albergar más sentimiento que el odio. Sólo así sobreviviría. Pero me he fallado a mi mismo. Cuando vi que habían profanado su tumba y habían expuesto sus restos a los animales salvajes, una daga invisible atravesó mi corazón.
Mi compañía ahora es mi propia sombra, debo luchar o desapareceré. La vida así es una carga difícil de llevar. Pero es seguro que no estoy perdido, he de vivir y debo continuar con mi misión. Una misión divina. Soy la cólera de Dios.
Y de repente sus ojos aparecen en mi cabeza. Su oscura mirada me hace viajar a mis más hermosos sueños. ¿ Porque te llevaron ? Yo sólo quería tenerte entre mis brazos, envejecer cogidos de la mano, pasar nuestras vidas como las hojas de un calendario, mientras vería tu sonrisa horizontal por la mañana. Mientras te haría sonreír verticalmente por las noches.
Y además ahora, tus huesos se pudren mientras mi alma se duele. Nunca más volverás a despertarme, nunca más compartiremos un beso, una oración. Me queda de ti solo una rota fotografía que mis dedos desgastan intentando acariciar tu pelo ausente.
Cuando ellos cayeron en mi trampa, sonreí pensando en ti. Lo hicimos otra vez tu y yo. Juntos contra el mundo. Nadie en esa olvidada aldea volverá a insultar tu recuerdo… pues nadie queda para hacerlo. Cuando acabe con el último de los hombres, pensé en ti. Cuando degollé a las mujeres pensé en ti. Cuando el último de los niños gritó su última palabra pensé en ti.
Que el fuego purificador borre para siempre el recuerdo de esa putrefacta aldea de malnacidos y bien muertos.
Si me vieras ahora, amor mío, no me reconocerías. Mi rostro tumefacto no se parece al que acariciabas tan solo unos meses atrás. Mis manos llenas de sangre no son las que tocaban tus pechos mientras te oía susurrar. Mis ojos han visto demasiadas cosas desde entonces.
Pero gira la noria y sigue la vida. En este caso mi vida es tu muerte. Con los restos de la iglesia te he construido una capillita muy acogedora, parecida a aquella en la que nos casamos rodeados de paz. Como aquella en cuyos muros nos apoyamos para hacer el amor por primera vez. Hemos vuelto al principio. Esta será ahora mi hogar.
Se que esto no acabará así, que pronto alguien vendrá a la aldea y dará cuenta a las autoridades. Ja ja. Eso espero. Hace falta más sangre para ahogar tu recuerdo, para que el mundo pague lo que te hizo. Y yo lo cobraré. Juro que lo cobraré.
La noche acecha tras los muros humeantes. Por primera vez en mucho tiempo mis escalofríos no serán de frío. Frente a mi hoguera mis ojos creen adivinar una visión. Creo ver mi cuerpo asaeteado por los hombres, descuartizado por los perros. Creo ver mi alma crepitar en el infierno, en un infierno que hace palidecer las llamas de mi humilde fogata. Mas no me importa en absoluto. No hay más futuro posible para mi. Me quede sin pasado por ellos y ellos robaron mi futuro, aun después de muertos. Sólo me pertenece el presente, y por el luchare. Hasta mi última gota de sangre.
Y sin embargo, más de una vez, acuciado por mis hostigadores, desee estar muy lejos, lejos de aquí en el tiempo y en el espacio. No olvidar, pues sería imposible para mi como lo es para las hojas olvidar el rocío de la mañana aun cuando llega la noche, pero si cambiar mi perspectiva vital.
Una vez hecha justicia, una vez los asesinos de mi amada fueron entregados a Pedro Botero, sólo me quedaba una posible escapada: huir hacia delante, seguir matando a quien me buscaba por el supuesto crimen de ser el brazo armado del Señor. Pero bien es cierto que si en ese momento me hubieran dado a elegir, no estaría aquí.
No importa. El tiempo me demostró que todos son iguales, que si aquellos fueron los criminales, fue solo por que estaban en el lugar adecuado. Cualquiera de los que quieren vengar su muerte lo hubiera hecho igual. Yo ya no castigo el delito. Castigo al delincuente en potencia, y todos ellos lo son.
Si, ese es mi cometido. Las dudas que en ocasiones aparecen en mi mente no son más que debilidades pasajeras. Pero soy fuerte. Cada día más. Y ellos lo saben. Y me temen por eso. Lo noto en sus caras cuando acabo con ellos. No tiene miedo, tienen pánico. Hasta los cazarecompensas que se acercan a mi encanecen cuando me ven blandir el hacha. Cuando deposito sus cabezas cortadas en las tapias del cementerio, todas tienen el mismo rictus. Si alguna vez mi cráneo cuelga en algún lugar, tendrá la sonrisa de los que saben que cumplen un sagrado deber. Eso también lo saben y les hace temerme aún más.
Ahora debo dormir. Mañana será un día muy duro. Como todos.
Perdido en las montañas ( 3 )
¿ Cómo di con el ? ¿ Que extraño cúmulo de circunstancias me llevaron a su lado ?. Debió ser el destino.
Cuando desperté, creí percibir en la lejanía los gritos de ellos. No había tiempo para preparar nada, así que me retiré hacia las cumbres. ¿ Por qué me dio por subir hasta la punta del Aguila ? No lo se. Desprecié las mil historias que de ella se contaban y subí, buscando un lugar donde esconderme.
Y allí, bajo una lluvia que hacía tomar infinitas tonalidades grises al paisaje, descubrí la cueva frater. Claro que entonces no conocía su nombre, eso lo supe después.
En ella me refugié, esperando que no dieran conmigo, cuando oí como una rama seca se quebraba dentro de la cueva. Pensé que se trataba de un oso, así que me apresté a defenderme. Prefería enfrentarme a un oso furioso por haber violado su territorio que a una partida de cazarecompensas.
Cuál no sería mi sorpresa cuando él apareció. Su hábito marrón hacía un extraño contraste con su rubia melena y barba alborotadas. Me quede paralizado. Sus ojos serenos me llenaban de paz. Deje caer mi arma al suelo y me acerque a el. En silencio, sin hablar. El puso la mano en mi frente, hizo la señal de la Santa Cruz y entonces caí de rodillas. No hacía falta palabras. Él así me dijo todo lo que yo quería saber, y lo que no quería también. Él sabía leer mi alma.
Ellos se aproximaban, subían cada vez más deprisa. Él salió de la cueva y se sentó en unas piedras, y así lo encontraron ellos al llegar. Uno dijo al verle: " Vámonos, es el ermitaño mudo. No ha pasado por aquí, lo hubiera matado ".
Cuando descendieron, el entró de nuevo, y se aproximó a mi, que aún estaba de rodillas. Me tocó un hombro y tomo mi cabeza entre sus manos, miró mis ojos y yo notaba como iba sacando las amarguras de mi alma, en forma de lágrimas. El lloró conmigo, compartió mi dolor sin tener necesidad de hacerlo. Y una sensación rara nació dentro de mí. Se llama amistad. Acababa de encontrar algo que creí perder para siempre. Él sería mi amigo. Hasta el fin.
Intenté hacerle hablar, preguntar quien era, como sobrevivía en ese islote de hierbajos y roca, porqué despreciaba las maldiciones que caían sobre la punta del Águila, pero no logre extraer ni un sonido de su garganta. Y sin embargo, mudo no era, pues cuando ya desistí, el cayó de rodillas a mi lado, cogió mis manos y, para mayúscula sorpresa mía, empezó a orar con una voz profunda, grave, que parecía la del propio San Pedro atronando desde los cielos: Pater noster qui es in caelis. Amen. Sanctificetur nomen tuum. Amen. Adveniat Regnum tuum. Amen. Fiat voluntas tua sicut in caelo et in terra. Amen. Panem nostrum quotidianum da nobis hodie. Quia Deus es. Et dimite nobis debita nostra sicut et nos dimittimus debitoribus nostris. Amen. Et en nos inducas in tentationem. Sed libera nos a malo.
Cuando terminó, descubrí que mis rodillas estaban pegadas al suelo, como mis ojos lo estaban a sus manos mientras se santiguaba. También mi corazón se encontró pegado al de este extraño personaje un poco más. Sin salir aun de mi perplejidad, aquel hombretón corpulento que no mataría ni a una mosca, encendió un fuego, colocó una marmita llena de agua encima de él y metió unas hierbas dentro.
La paz parece mascarse en este lugar. El caldo reconfortó mi cuerpo y terminó de serenar mi alma. Sin hablar, sin que un solo sonido atravesase el muro de su garganta, él me lo dijo todo. Yo también sabía leer su alma. Y sentía que la entendía mejor que la mía propia. La suya era límpia.
Conforme el día moría y asistíamos al milagro del parto de la noche, me iba convenciendo de que ese era mi destino en la vida. Dedicarla a la contemplación para mayor gloria del Señor y recuerdo eterno de mi amada.
Me dio un sayo como el que vestía, me desnude en cuerpo y alma y lo vestí. Me coloqué un cilicio y colgué de mi cuello una cruz que mi amigo talló para mi.
Arroje mis ropas y mis armas al barranco, como ya había hecho con mi pasada vida y me dispuse a ser uno con la naturaleza.
Pasé el resto del día aprendiendo de él que hierbas son comestibles y cuales no, como alimentarse de hongos y raíces. Aprendiendo a vivir de nuevo. Es hermoso tener una segunda oportunidad, pero más aun si quien nos la da y nos lleva de la mano es alguien con esa fuerza interior capaz de mover montañas y secar lagos. Espero ser algún día digno de él, aunque se que no es así. He vivido demasiado tiempo el lado más salvaje de la vida como para que yo mismo pueda perdonarme. Aunque sepa que él, y el Señor, ya lo han hecho. Solo puedo humillarme ante ellos.
¿ Cómo di con el ? ¿ Que extraño cúmulo de circunstancias me llevaron a su lado ?. Debió ser el Señor.
Perdido en las montañas ( 4 ) - Inspirado en las obras de Lavado & Baena
Qué de prisa pasan los días cuando todo va bien. Meses de vida con mi amigo el ermitaño y no hubiera podido anotar en un diario más que frases de amistad y gratitud. Y sin embargo mi corazón continuaba malherido porque ella ya no esta a mi lado. Y nunca estaría. Él me enseñó a pedir por ella. A que no me volvieran a engañar las sombras del atardecer, a no verla en esperanzas escondidas, en palabras vacías.
Y cuando todo pareció empezar a calmarse, la tragedia y el dolor volvió a mi. Un canónico ordenó al ermitaño partir lejos de estas montañas. El cumplió su obediencia debida y tuvo que partir, pero yo no pude ir con él. Nunca podré abandonar las montañas, ellos acabarían conmigo. Nunca más le veré, aunque sé que yo estoy en su corazón y él en el mío. El es mi hermano ahora.
El me enseño que si otra vez lo pierdo todo, que si mi vida vuelve a naufragar, no cambiaría nada. Prefiero caer y romper mis huesos a hacer un viaje salvaje en el interior de mi mente. A volver a conocer el sabor de la venganza en mis venas, prefiero ser un pequeño cachorro herido y desvalido.
Y sin embargo, mi soledad ahora se me antoja como cristales rotos mientras mis ojos llorosos miran el horizonte. A través de mi garganta desgarrada, le envío mi petición para que cuide de ambos. De ella, mi único amor, y de él, mi hermano. No puedo salir de aquí. Solo sollozar y sacar esos recuerdos que guardaba para tiempos mejores. Miro sus ojos en el recuerdo y veo la ternura. Pero me dio su secreto. Y eso me hace fuerte.
Y es que allá donde cae el sol, lejos de toda mi soledad, es donde el destino lleva mi pensamiento cada minuto de mi vida. Para que en la distancia mi hermano me consuele, me quiera, me ame. Son malos momentos para buscar e inútil es intentar encontrar si se hace en campos de maíz, pero la busca es muy productiva si se hace en mi alma. Y es que basta asomarse a ella para ver su calma.
Dios me dio un hermano y El también se lo llevo lejos de mi. Es su voluntad. Bendito sea.
Pero anoche soñé que estaba aquí. Desperté y solo quedaba un recuerdo de él. Y mi mano agarraba su cruz. Mi cruz. Lloré en su cruz y recé a ella para que no me olvidara, aunque sé que nunca lo hará. Me senté a ver amanecer y que el sol de enero calentara mis huesos. En la lejanía le creo ver, sin dejar de sonreír. El, mi mejor amigo, el, que alegra mis días. Pero se disipa con la niebla, solo es una ilusión. Miro el sol y noto el viento mientras cierro mis ojos, y al hacerlo, creo notar su mano en mi cabeza y no quiero abrir los ojos para no despertar. Esa mano quema mi corazón y me hace reír. Seremos libres alguna vez, nuestro destino aun tiene que empezar. No puedo creerme que todo acabara nada más comenzar.
Me enseñaste cual era tu estrella para que ella guiara mi caminar en tu ausencia, y a ella la espero cada noche, la miro y hablo con ella, le pregunto por ti y me responde palabras cálidas que dan buen tono a mi alma y encienden mi mente. Sólo cuando se pierde a lo lejos, en el horizonte, dejo de soñar despierto.
Pero cuando mi mente esta clara y los sueños no hacen nido en ella, e intento seguir un orden lógico para las cosas, algo me hace perderme de nuevo, algo me dice que no volverá nunca y que con el parte de mí partió para siempre. Pues el soy yo y yo soy él. Mordí su vida y me gustó el sabor. El mordió la mía y le amargué el paladar.
Y de nuevo mi mirada se pierde en el azul del cielo, en el color que compartimos, y una lágrima cae de nuevo al suelo. No volverá. Soy el hijo de la lluvia y en ella me cobijo, ella me acuna, un montón de sueños no pueden hacer que vuelva la vista atrás…. ¿ o sí ?
El sólo recordar la silueta que luz helada de la hoguera recortaba en la cueva, me hace pensar que quizá todo fuera un sueño mío, que es imposible que una relación así existiera, que se pudiera amar así a alguien que no esta genéticamente unido a ti, ni es tu esposa. Pero me basta oír el pulso de mis venas para certificar la veracidad de todo el asunto. El existe. Y aún más. Si el no existiera, yo tampoco lo haría ya. Mi corazón no ha dejado de ser un animal extraño. Sigo sin entender los impulsos por los que se mueve, claro que… si lo entendiera, ya no sería amor. Sería cualquier cosa menos eso. El amor es algo que no se puede cuantificar, no se puede pagar, no se puede prever. Y Dios sabe que amo a mi hermano. Más que a mi mismo.
¿ Quizá debiera luchar contra este sentimiento ? ¿ Quizá sea algo antinatural ? ¿ Quizá extralimito mis sentimientos por toda la tragedia que viví ? NO. La respuesta a esas tres preguntas es no. Simplemente se trata de un milagro. Y los milagros ni se discuten ni se demuestran. Solo son.
Por la gloria de un amor extraño, mi vida ha cambiado. Y me gusta como es ahora.
Perdido en las montañas ( 5 ) - Basado en un momento de lluvia en un corazón.
Por algún extraño mecanismo mental, cada vez que pienso en mi hermano el ermitaño, siento remordimientos. Si, remordimientos, pues siempre me arrepentiré de no haber podido expresarle exactamente todo lo que lo quiero.
Sé que solo los estúpidos tienen la conciencia tranquila, pero es absurdo que este pensamiento sea el dominante en mi cerebro. El respeto nos obligaba a mantener una distancia, a que entre nosotros mediara una distancia no querida por ninguno de los dos. Y mientras estuvo a mi lado, nunca supe decirle cuanto lo quería, cuanto lo amaba. Nunca encontré las palabras apropiadas, nunca las dije. Aunque se que el conocía mis sentimientos.
Quizá debería haber explorado mi mente con más profundidad. El me enseñó a buscar ayuda y respuesta a mis dudas en el Kempis. Pero ahora, sin él, se que solo el me daba las soluciones adecuadas, no el libro. Si no quiero volverme loco, si quiero callar las voces que tronan dentro de mi cabeza, debo verle. Debo ir a su encuentro.
Aunque eso me cueste la vida, debo buscarle, debo encontrar su mirada de nuevo. Esta mañana me deslicé por el barranco donde arrojé mis armas al llegar aquí. Las necesitaré en mi camino. Limpié el orín que cubría sus partes metálicas y mientras lo hacía, me sentí incapaz de volverlas a usar para matar. Él me enseño a sentirme así y es una de las cosas por las que me siento orgulloso de llamarlo hermano.
No, nunca más volveré a esa guerra particular. Ellos pueden seguir amenazando mi vida, pero yo no volveré a amenazar con un arma a nadie. Así pues no me quedó más remedio que enterrarlas y dedicarme a trazar un plan para salir con bien de esta. Y creo que no me ha fallado esta vez mi cabeza.
Hace tiempo recuperé las ropas de uno de mis ( q.e.p.d. ) antiguos enemigos. Con ellas me disfrazaré. Pasaré desapercibido. Además, la barba que en este tiempo ha surgido ocultando mi rostro, hará más difícil la identificación. Lo único que no ocultaré pues me sentiría un hipócrita, es la cruz que el me dio.
¿ Es tan difícil entender que el amor es inmortal ?. Eso me planteaba mientras estudiaba una ruta de salida. Además, para alguien que durante toda su vida se ha encontrado en situaciones muy difíciles, que nunca ha tenido el As para matar la jota, el comprender que por fin tenía alguien en quien confiar, con quien ser libre de manera real y sincera, ha sido la mejor experiencia de su vida. Era difícil de entender, pero ahora, al menos para mi, no. Mi amor es inmortal. Hasta el fin.
Sus recuerdos se quedan solos ante mi, me atormento y lloro por el. Y así fue hasta que una noche, al cerrar los ojos y como de costumbre, no poder dormir, pues mi cabeza no se apartaba de sus ojos, al sentir ese frío que no viene de la temperatura, sino de su ausencia, una idea surgió salvadora en mi cabeza: acudir a él. Si sus superiores no le permitían regresar, solo me restaba a mi emprender ese viaje.
Lo tengo todo preparado, mi ropa, mi cruz, mi Kempis, una ruta muy estudiada y algo de comida para el camino. Sólo me resta pasar otra noche con su recuerdo y mañana partiré en su busca. Si Él me da fuerzas para hacerlo, claro. Pero creo que como sabe que nuestro amor es puro, no sólo se pondrá, sino que me ayudará en la ruta.