OPINIÓN
La nueva usura

Juan V. Oltra

Evocación de la usura o el reino de los créditos fáciles. Tres mil euros que asemejan dar la felicidad.

Cuando la palabra usura o usurero aparecen en una conversación, la mente parece transportarse a tiempos pasados y pensamos en un enclenque jorobado con perilla y mirada brillante que frota sin cesar sus manos, mientras se relame pensando en el oro que tiene almacenado en las costuras de su saya para su particular disfrute. Tiempos pretéritos.

La ley, que nos protege a todos, sin duda evita que existan esos sujetos, arquetipos de un pasado que no debe volver, aunque a veces… uno no está tan seguro.

Y es que el usurero ahora ya no es ese ser odiado, auténtico apestado social que pobló los burgos europeos hace ya siglos. Ahora es un mago de las mil noches y una noche que aparece cuando estamos en la ducha (que peligro, exclamo por mi cuenta), una moza de buen ver y mejor palpar que nos saluda desde la televisión o un individuo con dientes de conejo que ríe sin razón aparente. Son los tiempos de las tecnologías. Son los tiempos del crédito express.

Que felicidad, contar con un crédito de 3000 euros, a un modesto TAE del 23%. Que tranquilidad, no tener que pagar pues el ya elevado 8% que cobran las entidades financieras tradicionales por créditos al consumo... o el 13% que cobran por los descubiertos, caso de no concederlos. Y es que saber que este soy yo, triste y apesadumbrado, y este soy yo con tres mil euros más para hacer un viajecito a las Hurdes o a Tegucigalpa, anima a cualquier semoviente. Es el milagro de la publicidad, del nuevo encantamiento capaz de convertir villanos en héroes y mentira en verdad: las cifras que alguna de estas empresas emplea en propaganda (ocho, nueve millones de euros), superan con mucho a las cifras gastadas por entidades de, llamémoslo, banca tradicional.

Y no hay remedio. Desde que en los años noventa empezó la comercialización de estos productos en España, su volumen de crédito ha crecido imparablemente, e increíblemente, si nos atenemos al mal negocio que a todas luces parecen hacer los incautos que pican en las redes de este muy lucrativo negocio, que lleva su agresividad a no negociar deudas y abrir de inmediato la vía judicial. Creo que el viejo usurero con nariz ganchuda y local tenebroso conocía más la caridad que sus herederos.

Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor. En cualquier caso, la usura existía entonces y existe ahora, aunque, eso si, hay veces en que uno tiene nostalgia de la Santa Inquisición.


 
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