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Luis Sánchez Polak      (Tip)
   (Q. E. P. D.)

 
 
 

      Falleció el 2 de febrero de 1999 a los 72 años. Nació en Valencia el 22 de julio de 1926. En 1944 debuta en el María Guerrero de Madrid para pasar a la radio al año siguiente. Formó el dúo Tip y Top con el que llegó a actuar el teatros, salas de fiestas y a protagonizar tres películas. En el 61 se separan y a los pocos años conoce a José Luis Coll, con el que formó el dúo Tip y Coll. En una encuesta de 1979 de "Blanco y Negro" ocupan la primera posición en la lista de mejores humoristas del año, por delante de Mingote y Forges. En los ochenta continúan en la televisión y radio (Cope y Onda Cero). El 13 de mayo de 1984 el consejo de ministros le concedió la medalla de oro al mérito en el trabajo: "No sabía que el ministro José Antonio Griñan -titular entonces del Ministerio de Trabajo- era un hombre tan inteligente", comentó. También escribió varios libros con José Luis Coll. 

      Como ha dicho su sobrino: 

                  "Luis, esta broma no te la perdono" 

 

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MANUEL HIDALGO - EL MUNDO periodico - Martes, 9 de febrero de 1999
Tip, para resumir
Luis Sánchez Polack tenía un nombre largo, alta estatura y un genio tendente a la enormidad, de modo que decidió resumir todo eso en algo así como un ruido breve: Tip.

Fue actor en la radio, en el teatro, en el cine, en la televisión, en las salas de fiestas y, también, supongo, en las barras de los bares, en las aceras y en su casa. Escribió libros, escribió artículos, y digo yo, a ojo, que seguramente también dibujaría. Toda la gente como él, y de su generación, tendía a hacer garabatos al menos en las servilletas de papel.

También cantó alguna vez, y no necesariamente con una copa en la mano ni abrazado a un hombro amigo. Me acuerdo de una canción absurda, como todo lo que hacía, que grabó con José Luis Coll y que llegó a ser un superventas: Obdulia. Cuando yo iba al colegio la ponían mucho en la radio, en un espacio de canciones dedicadas. Creo que Obdulia era una gallina.

Todo lo que Tip fue se resume también en una palabra, que es una gran palabra: humorista. Un humorista del absurdo, como su nombre artístico, de ese torrencial absurdo español, fertilísimo, que atravesó todos los géneros de la creación y que todavía hoy tiene cultivadores, aunque las aguas de esa corriente bajan más calmas.

La vida de España que les tocó vivir a los humoristas de su generación, y a otros más viejos y más jóvenes, no era para tirar cohetes. Pues, justo por eso, todos ellos tiraban cohetes. El cohete del humor, el primero, que hacía pum sobre un cielo triste y plomizo, sobre un paisaje miserable que mejoraba poco a poco con aspiraciones no menos miserables.

Y además del cohete del humor, y aun quemándose el alma con lo negro de la pólvora, el cohete de la vida: la bohemia, una bohemia que tampoco era como para tirar cohetes, pero que era mejor que el horario de un albañil. Copas, tapas, chicas, noches, viajes, amigos, juegos, conversación, quemarse para encontrar y dar calor en un mundo frío.

Con todo eso, con la inteligencia que siempre tiene el humorista y con Coll, después de Top, Tip vivió durante muchos años su soltería y su misoginia, que eran algo de más calado que un rechazo a la vicaría.

Eran la afirmación de una individualidad y de una diferencia que, al modo español, también se sustentó en esa contradicción de ser único en compañía de otro y en oposición a otro, al bajito, al cerebral, al de izquierdas, al que no tiene bigote, y contando con que ese otro, con mucha probabilidad, es a la vez el que uno lleva dentro de sí mismo.



 
JAVIER LORENZO - EL MUNDO periodico - Martes, 9 de febrero de 1999

El humor de un hombre irrepetible

Luis Sánchez Polack (Tip) lucía reloj por accidente. Era quizás la única concesión que hacía a un mundo gris al que superaba con creces. No porque se creyera mejor que nadie, sino porque su forma de ver la vida no concordaba ni con el conformismo de la mayoría ni con la fatuidad del resto.

Yo no sé si queda gente como Luis Sánchez Polack en esta España. Me gustaría creer que sí. Me gustaría creer que aún hay gente a la que le da igual lo que digan de ellos después de muertos, porque fueron capaces de que dijeran algo de ellos mientras estaban vivos.

Como es evidente, Sánchez Polack alcanzó la cumbre de su fama entre los últimos años del franquismo y los primeros años de la democracia haciendo pareja con Coll. Sus números reventaban las plateas -el estreno teatral de la pareja fue en el Hotel Aránzazu de Bilbao, en 1967- y arrasaban las audiencias; desde Galas de sábado, su primer programa (1969) hasta «Dame la manita Pepe Luí», cómo llenar un vaso de agua en francés o «¿para qué? Paraguayo». Por no mencionar la censura que sufrió el Tipiconsultorio cuando colaboraba con el programa 625 líneas. El célebre dúo, con su traje de etiqueta, chistera y bombín, había creado el humor disparatado y la crítica felizmente feroz. Y tan apegada al humor negro, tan nuestro, que a la mañana siguiente no había limpiabotas de la Gran Vía que no recordara sus milagros.

Menciono la Gran Vía madrileña porque Tip, tan valenciano como era, se crió a los pechos de esta serperteante arteria de la que alguien dijo que era la segunda calle más importante del mundo. La otra aún la están construyendo. Y sobre ese asfalto, cuyo color envidiaría un portaaviones de la VI Flota, se acumularon la mayor parte de sus experiencias. Experiencias antiguas alegarán algunos, pero sin las cuales no podrían entenderse sus éxitos.

Era otra época, claro. Sitúense, por favor, y contemplen a un muchacho desgarbado, con el bigote de la época, pero con más cara que espalda. Su pareja de entonces no era Coll, sino Joaquín Portillo, Top, y su territorio de depredación era la sexta planta del número 32. Es decir, la cadena Ser. Sin embargo, con quien estaba más unido era con Antonio González Calderón -padre de Javier González Ferrari-, quien era, entre otras cosas más modestas, director del Cuadro de Actores de esa emisora.

Estos dos personajes mantenían la imaginación que desplegaban ante los micrófonos más allá de las peceras. Y como, repito, creo que a Tip le gustaría hablar más de esto que de sus expediciones al teatro -debutó en 1944 en el María Guerrero de Madrid-, al cine -Tres eran tres, La fierecilla domada, Tarde de toros- o a la literatura -Cantares del Mío Tip, Tipicoll Spanish-, relataré algunas anécdotas que darán el perfil de un hombre al que se puede catalogar, con justicia, de irrepetible.

Durante años, una de las costumbre más arraigadas de entrambos personajes era la de arrojar, justo a las 12 en punto de la noche, una escoba desde los estudios de la Ser. Alegaban que era la hora de las brujas, por lo que una vez enterada la dirección, pareció una excusa más que suficiente.

En otra ocasión, durante la grabación de una obra de teatro radiofónico -arte tristemente desaparecido-, Calderón, con su racial empuje, animó a que los actores se quedaran «desnudos de afectos». Casualmente, en ese instante se fue la luz del estudio. Cuando retornó, todo el plantel -incluyendo, cómo no, a las actrices- quedó perplejo al ver que tanto el director como Tip se habían metido completamente desnudos en el barril que servía para hacer los efectos marítimos. Corrían los años 60, no se vayan a pensar que no le echaban bemoles al asunto.

Como sabe cualquier persona que se precie de estratega, a Tip le encantaba sorprender. De forma espontánea. Bastaba que una idea alumbrara su cerebro para que se arrojara a situaciones comprometidas. Alguno habrá visto cómo dos personas se introducían, semáforo en rojo, en el taxi que ocupaba, daban los buenos días y se retiraban discretamente por la otra puerta. Y también hubo una vez, en esos ascensores tremendos en los que cabían 12 o 14 personas, que una señora preguntó por el sindicato de la piel (aún existían los sindicatos verticales). La respuesta de Tip fue quizá cruel, «Piel y venéreas en la quinta», pero no dejaba de ser verdad.

Eran actos inofensivos. Si alguna vez alguien se ofendió por algo que él hiciera o dijera, era problema suyo. Tip nunca daba explicaciones. Más que nada porque todo lo que hacía le parecía bien y practicaba ese ancestral dicho de que quien se pica ajos come.

¿Significa lo dicho hasta aquí que Tip fuera un loco? Ni mucho menos. ¿Cómo calificar de loco a alguien que apura hasta las heces todas sus fidelidades? Siempre los mismos amigos, siempre el mismo bar...

Roto su matrimonio con Coll -porque a éste le reventaban las faltas de puntualidad y de seriedad de su compañero-, Tip destacó de nuevo en la radio, en el programa Protagonistas, de Luis del Olmo. Allí no sólo dejó rezumar su esperpéntico humor -que algodonaba con su exacta percepción del ritmo y las cadencias, con su profundo conocimiento de los clásicos españoles del humor, desde Arniches y Mihura hasta La Codorniz-; también asumió la defensa de intereses que él creía inalienables. De hecho, puede decirse que la autovía Madrid-Valencia está terminada gracias a sus contundentes intervenciones.

Si este país tuviera algo de sensibilidad, dedicaría a Tip tantos homenajes como Estados Unidos a Groucho Marx. En 1994, Luis Sánchez Polack recibía la Medalla de Oro al Trabajo. Su respuesta fue, al margen de su lógica satisfacción, que ignoraba que el ministro de Trabajo, entonces José Antonio Griñán, «fuera tan inteligente». Como diría un castizo, que vuelvan a por otra.

Tal vez alguien esperase un texto triste, unas frases de sentida condolencia, unas lágrimas furtivas cayendo sobre el papel. Si es así, lamento haberles defraudado, pero aún más lamentaría que la desaparición de este gran hombre estuviera rodeada de gestos plañideros. Cualquiera que conociera a Tip sabría que, incluso en sus últimos momentos, lo único que pretendió, sin paradojas, fue vivir. Y, por supuesto, también reir.

Luis Sánchez Polack nació el 22 de julio de 1926 en Valencia y falleció el 8 de febrero de 1999 en Madrid.
 



 
ANTONIO MINGOTE EL MUNDO periodico - Martes, 9 de febrero de 1999
Tip
 
Tip era el mayor humorista español de todos los tiempos, el más original e imprevisible. Tip estaba lleno de recursos cómicos, todos insospechados, unidos a unos textos inverosímiles, llenos de invención, de imaginación creativa, de gracia asombrosa. Mucho más que los juegos de palabras de los que tanto se habla.

Era un perfecto anarquista vital, una pura expresión de libertad sin límites, por eso tal vez necesitó un compañero, Top en los primeros tiempos, y luego durante muchos años José Luis Coll, ambos con gran talento, por supuesto, perfectos colaboradores que lo frenaron de algún modo, lo encarrilaron por la simple tarea del ejercicio del oficio que, de haber estado solo, se habría desbordado disparatadamente.

No puedo decir que he trabajado con él porque la palabra trabajo es ampulosidad del lenguaje en este caso. Porque lo que hacía yo era reírme constantemente, siempre.

La gracia de Tip era sorprendente, nunca se podía saber de dónde podía brotar el chorro incontenible de todas sus elucubraciones. Me he reído mucho con él, tanto como ahora le estoy llorando.

Antonio Mingote es humorista y miembro de la Real Academia Española de la Lengua.


NACHO MORENO EL MUNDO periodico - Martes, 9 de febrero de 1999
El humor permanente
 
Nunca conocí a Tip. Mis recuerdos de él se limitan a sus actuaciones en televisión, en radio o en salas de fiestas, o a observarle, con admirada timidez, desde la otra punta de la barra tomándose una cañita con gambas en la Cruz Blanca y besando con afecto la calva a los camareros.

Nunca conocí personalmente a Tip y lo lamento, sobre todo ahora que ya no tiene solución, porque creo que era la mejor expresión del talento puro para el humor. Un genio. Ese adjetivo tan manido que a veces se usa con tanta generosidad pero que en este caso era absolutamente cierto.

Nunca dejó de sorprenderme la rapidez, la chispa, la paradoja improvisada y desconcertante con la que Tip hacía humor permanentemente, como sin esfuerzo. Y eso a mí, aprendiz de humorista y ahora dedicado a esto de los chistes en prensa, siempre me ha dado una envidia terrible. Sobre todo al descubrir que yo puedo pasarme cinco o seis horas atormentando a mis pobres neuronas para tener una idea pasable para un chiste.

Lo de Tip me daba tanta envidia que incluso pasé horas y horas en la Cruz Blanca bebiendo cervezas y comiendo gambas, tentado incluso de besar la calva a los camareros, para ver si ése era el secreto de su ingenio. Pero no. La cruda realidad es que él era un genio y yo un señor con muy buena voluntad. Así es la vida.

Tip, con Coll o sin él, (lo de Top me pilla muy lejano) me ha hecho reír hasta las lágrimas con las historias más delirantes, el humor más absurdo y limpio y con las improvisaciones y ocurrencias más disparatadas. Todo eso junto forma, creo yo, ese misterio tan enorme y que tanto desconcierta a los científicos que se llama Humor. Eso cuya clave o secreto algunos perseguimos trabajosamente a diario a causa de nuestro trabajo y que en él era puro instinto, que le salía del alma, vamos.

Creo que personas como Tip son mucho más imprescindibles para el mundo que científicos posmodernos, filósofos alemanes, cineastas chinos y demás pelmazos profesionales. Ahondan más en el misterio del alma humana, divierten, hacen reír y además no suelen dar conferencias en ateneos y universidades, filantrópica contribución a la Humanidad, muy de agradecer. Se nos ha ido Tip y se lleva con él el secreto de su genio. Espero que los angelitos y querubines no le den mucho el coñazo con la lira celestial y que si Dios quiere recompensarle por todo el bien y la risa que nos dio en esta vida, le abra un bar con cervezas y gambitas, y santos y pacientes camareros que se dejen besar sonoramente la calva.

Nacho Moreno es humorista y colabora con Ricardo Martínez en EL MUNDO. Firman como Ricardo & Nacho.



 
Comentarios en "Protagonistas" de Luis del Olmo - Antonio Burgos Martes, 9  de febrero  de 1999
 
 
Tip, el genio sin enemigos
 

Ayer, en Ammán, enterraban a un Rey que reconciliaba a los enemigos. Hoy, en Madrid, enterramos a un Rey, al Rey del humor, que no tenía enemigos. Tip era un genio del humor, eso lo sabe todo el mundo. Pero si yo tuviera que titular la biografía del buenazo de Luis Sánchez Polack, le pondría "El hombre sin enemigos". En esta España de las dos Españas, todos coincidíamos: Tip era único, irrepetible, intransferible... Y más bueno que el pan. Seguíamos coincidiendo: a su lado, Groucho Marx era uno que contaba chascarrillos baturros. Más coincidencias, dame la manita, Pepe Luis: en Estados Unidos hubiera sido una gloria nacional.

Tip empezó en aquella maravilla que eran los cuadros de actores de las emisoras. El hombre que todo lo aprendió en la radio. Antes de que hubiera televisión en color, Tip hacía radio en color: el color de la sonrisa. La palabra única que se le puede aplicar es la que España entera le dice ahora. Tip se escribía con G. Con G de genial. En cada palabra rompía la lógica, mezclando gallinas Obdulias con santos varones. Llevaba más de medio siglo haciéndonos reír, haciéndonos pensar, en las tablas, en los micrófonos, en los escenarios, en la televisión, y nunca se repetía. Nuevo a cada instante. Y como ahora Luis, hermano, me estarás oyendo en el Debate del Estado de la Nación Celestial, seguro que estas diciendo:

-- Evidentemente, doña Sinforosa tenía mucho mérito...

La risa de los años del hambre, de la España del desarrollo, de la España de la transición. El Tip de las largas noches de Cabalgata Fin de Semana, cuando oíamos La melodía misteriosa en la orquesta del Maestro Cisneros o del Maestro Trabuqueli. Salía Tip anunciando plumas de escribir. Aquel diálogo absolutamente del Miguel Mihura de La Codorniz:

--- ¡ Estilográaaaficas Cirós!
--- ¿Cómo ha dicho usted?
--- Estilográaaaficas Cirós...
--- Ah, perdone, es que creí que había dicho "Estilográficas Cirós". --- No, lo que he dicho ha sido Estilográaaaficas Cirós...
Era más "Codorniz" que toda la colección de "La Codorniz" en la hemeroteca. Más Miguel Mihura que Mihura, más Tono que Tono. Tomo ahora en la memoria de los años de radio con el Top (Joaquín Portillo) de Tip y Top; de los años de Cleofás, de los años de Windsor, de los años del vaso de agua con José Luis Coll, aquella vieja estilográfica Cirós y con ella dejo escrito este homenaje a un español único y genial. El genio del humor que, en las eternas dos Españas, consiguió el milagro de no tener ni un solo enemigo.


El Mundo de Andalucía  - Antonio Burgos - miércoles 10 de febrero de 1999

Tip no era andaluz

En el programa de Luis del Olmo he dicho de él, a lo Robert Musil (toma ya catálogo de Seix Barral), que en esta España de las banderías, Tip era el hombre sin enemigos. Todos coincidimos que su nombre se escribía con el atributo de G de genial. En su obra, efímera como una arquitectura de fiestas, hay más humor que en mucho Mihura, en mucho Jardiel. A la hora de su muerte, aunque era un hombre que actuaba por emisoras, teatros, televisiones, salas de fiesta, todos han pronunciado la palabra "humorista". Nadie ha dicho que Tip era un cómico, un caricato. Nos hemos acordado de Groucho Marx y no de la charlotada. Porque era, en verdad, un escritor ágrafo de humor. El humor del buenazo de Tip me trae a una consideración geográfica sobre el humor en España. Tip era de Valencia, lo llevaba con honra, valencianeaba todo lo que podía en el Madrid de sus cervezas en la barra de La Cruz Blanca.

-- ¿Pero cómo puede dar Valencia un hombre con tanto sentido del humor?

Ya ve usted... Los andaluces nos creemos que tenemos la exclusiva nacional de la gracia. Pero nos falta siempre subir dos escalones de esa escalera, para llegar al descansillo del humor. No he visto nunca una tierra con tanta gracia y tan pocos humoristas como Andalucía. Qué pocos andaluces, por no decir casi ninguno, en la nómina oficial de "La Codorniz" que ahora, con la antología, está como el No-Do, "al alcance de todos los españoles". Qué pocos andaluces en la historia de la literatura de humor del siglo que acaba. Te pones a buscar una literatura andaluza de humor y a lo más que llegas es a los Alvarez Quintero, a Muñoz Seca, incluso a Muñoz y Pabón. Traduzcan: llegas al sainete, al pasillo de comedias. Al teatro bufo quizá, no al teatro de humor. El sombrero de ala ancha se compagina mal con los tres sombreros de copa de Miguel Mihura, con el sombrero de copa de Luis Sánchez Polack. Lo nuestro es el chiste, no la chistera. ¿Habrá andaluces por esos escenarios, por esas televisiones, por esas salas de fiesta, por esas emisoras, como estaba Tip? Ninguno llega a la condición del humor. Se quedan, en el mejor de los casos, en humoristas, que es el peritaje practicón que aplica como una honesta artesanía la alta tecnología de la ingeniería del humor de creación, que va por otro lado, a otra altura, en otra escala.

Aquí nos quedamos en la gracia de los graciosos profesionales, que se ganan la vida aplicando la sabiduría colectiva de un pueblo. Los que hacen aquí abajo algo parecido al humor tienen que reclamar constantemente la verosimilitud de lo verídico. Justo lo contrario de Tip, que en cada frase no tenía que aclarar que aquello fuese verídico, sino todo lo contrario, porque en el absurdo mágico tenía su genialidad, esa ruptura de la lógica que da Bergson como motor de la risa.

En Andalucía los grandes hallazgos del humor los consiguen siempre los que no son cómicos, ni profesionales de la gracia. ¿Quién ha sido el andaluz con más gracia? Todos coinciden en señalar que Bernardo, Carnicerito de Málaga, un banderillero que iba con Alvaro Domecq. Era de esa escuela del relámpago de gracia de Pericón, de Beni, de Picoco, del Cojo Peroche. Escuela en la que ninguno se ganaba la vida con el humor, no eran cómicos. Tip no era andaluz, ni falta que le hacía. Lo suyo era otra cosa en esta tierra donde Lepe ha sido condenada al papel de los chistes de baturros. Hay demasiado mercader de la comicidad en una tierra sobrada de gracia popular, pero incapacitada quizá para el humor literario.


Sigfrido del Alce -  Marzo 1999. nº 3 - Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).

EL HUMOR ESTÁ DE LUTO

El humor está de riguroso luto. Nos ha dejado el maestro, el inimitable, el rey del ingenio y la improvisación, el admirado Luis Sánchez Polack. Ya sólo podremos reír recordando sus frases, sus gestos, su voz ronca y su mirada traviesa. Ahora las risas se han trasladado al Cielo.

Tip se convirtió, para más de tres generaciones, en la medicina de la risa sana. Nunca se borrará el recuerdo de mi infancia, cuando toda la familia esperaba impaciente la hora de conectar el receptor de radio y oír al locutor introduciendo a Tip y Top. O aquellos programas infantiles, con Boliche y Pototo, sin imágenes, con el uso exclusivo de nuestro maravilloso lenguaje, que despertaban nuestra imaginación y nos veíamos allí, en el "estudio cara al público", disfrutando de sus ocurrencias, bajo el estrambótico nombre de Don Poeto Primavero de Quintillas.

Nunca he pensado en Tip como el mago del humor surrealista. Todo lo contrario, sus mensajes y sus críticas eran tan exquisitas que cierto es que resultaban difíciles de descifrar, pero su voz expresaba siempre un aspecto de la realidad en que vivíamos. Precisamente por ser el humorista por excelencia, sus historias eran esperpénticas; suponían la caricatura, sin imagen, de nuestro ambiente, tanto si iban dirigidas a los niños como a los adultos. Su rapidez mental y su agudeza eran sus características definitorias. Muchas veces la comicidad surgía del desconcierto de su compañero cuando, con una sonrisa de niño malo, abandonaba el guión y creaba uno nuevo, sobre la marcha.

Siempre lo imaginé como era, alto, delgado, un caballero de triste figura. Es más, cuando por fin vi su imagen en la pantalla de un cinematógrafo de barrio cualquiera, ya no pude leer "el Quijote" sin imaginármelo encarnado por Luis Sánchez Polack.

Después vino la televisión. Aquellas insufribles tardes de variedades del sábado hablaban a unos espectadores ausentes de lo que ocurría en la pantalla, hasta que alguien decía – "atentos que llegan Tip y Coll". Entonces, durante unos minutos siempre cortos, se dejaba a un lado la tertulia, las cartas, el colocar las fotos del último viaje en el álbum de familia, y el aparato de TV cobraba vida.

Luego otra vez la radio. Una nueva generación disfrutaba de tus ocurrencias, esta vez sin pareja, mejor dicho, entre un conjunto de humoristas nacionales, donde destacaba aún más tu ingenio. Sin embargo, decías que ya no querías trabajar y te comprendo. Nuestro país ha perdido gran parte del sentido del humor que le ha caracterizado siempre y el "cuenta-chistes" ha sustituido al humorista.

Te recuerdo Tip, sentado en el chaflán de la cervecería "la Cruz Blanca", frente a una caña mediada. Te recuerdo, siempre de pie, erguido en el pasillo de la derecha, en las misas vespertinas de la Iglesia madrileña de Nª. Sª. del Rosario. Recuerdo mis deseos de acercarme y pedirte un autógrafo, y también recuerdo que, en el último momento, desistía de hacerlo, no por timidez, sino porque estaba seguro que me dirías – "Pero criatura de Dios, para que lo quieres".

Descanse en Paz.



 
 
JAVIER LORENZO - EL MUNDO periodico - Martes, 11 de febrero de 1999
La penúltima broma de Tip
 
Si existiera un modo de averiguar cuántas personas usaron el vídeo la noche del martes, tendríamos un dato aproximado, pero veraz, de las toneladas de amor, cariño y admiración que provocaba Luis Alberto Sánchez Polack, Tip, entre los españoles. Y si de cada aparato en marcha surgiera la luz trémula y cálida de una vela, no habría satélite que pudiera recoger la fuerza y la intensidad de las llamaradas.

Porque fueron millones los hogares que quisieron rendir de este modo su último homenaje al gran humorista. Millones los que deseaban guardar ese pequeño trozo de su propia historia para recordar aquellos tiempos en que ni la crispación política ni las penurias económicas fueron capaces de doblegar las sonrisas y carcajadas que despertaban Tip y Top desde la radio, y más tarde Tip y Coll desde las pantallas.

Las anécdotas y los sketchs afloraban sin cesar -más las primeras que los últimos- en este especial presentado por José Manuel Parada -al que acudieron Coll, Mary Carmen, sin sus muñecos, y el descubridor de la célebre pareja, Fernando García de la Vega-, en el que hubo también escenas del entierro menos triste del mundo, así como intervenciones grabadas de aquellos que le conocieron.

Andrés Pajares recordó un cabreo de la Saritísima, que Tip culminó con la frase: «Si es que se creen que todo el Montiel es orégano». Millán Salcedo, cuando después de llamar a voces a Alfredo Amestoy, se fue corriendo al lavabo porque «a mestoy cagando». En un sketch en blanco y negro ofrecía a Laura Valenzuela «enaguas minerales». Gila descubrió el regalo de cumpleaños que hizo a Felipe González: «Felipe, como sé que tienes de todo, toma 500 pesetas y cómprate lo que quieras». Coll, el hambre que pasaron juntos -lo que les obligaba a robar las propinas de los bares-, o la presentación que de él brindó a la Infanta Doña Pilar: «Aquí su Alteza, aquí su Bajeza».

Fue también Coll el que desveló el secreto mejor guardado de Tip. Lo desveló seguro ya de que ahí se acababa el programa. Dada su importancia, lo reproduciré todo lo textualmente que las lágrimas me lo permiten y entonces me lo permitieron: «Tengo que decir que esto de la muerte de Luis es mentira. Lo del entierro era mentira. Lo del tanatorio era mentira. Lo de la incineración era mentira. Es todo una broma suya. El sigue vivo, y sé que me lo voy a encontrar en cuanto salga de aquí».

Sin duda decía verdad. Tip no ha muerto. Pero si el infortunio no nos permite tropezar con él en cada esquina y ver la vida como él la vio, al menos concédasenos otra oportunidad y vuelvan a emitir -como quieran, en las condiciones que sean- las innumerables muestras de su genio. Hay millones de cintas de vídeo y hay millones de corazones que están deseando hacerle un hueco.


Alfonso Ussia - Epoca

Desde TIP

¿Hay alguien más reaccionario que un nacionalista cegado por
el RH negativo, el tamaño del cráneo, las dimensiones
del culo y la obsesión por la aldea?

 
 
 

Todos han llorado su muerte. Todos han olvidado los sectarismos y las ideas para unirse en el reconocimiento y la tristeza. Todos le han recordado y agradecido esos momentos -horas y días para mí, a Dios gracias-, que Tip les regaló en vida, con una sonrisa, el estupor, el asombro o la carcajada. Bueno, todos no, porque siempre hay imbéciles. Los de la hoja parroquial del PNV, el diario racista -y por ende fascista- Deia, le han dado más importancia a la supuesta -¿qué sabrán ellos?-, ideología de Luis Sánchez Polack que a su fundamental presencia en la más alta antología del humor limpio, inteligente, prodigioso. A estos necios racistas Tip no les hacía demasiada gracia. Su fallecimiento lo anuncian así: L.S.P. "Tip" Humorista reaccionario". ¿Hay alguien más reaccionario que un nacionalista cegado por el RH negativo, el tamaño del cráneo, las dimensiones del culo y la obsesión por la aldea? El texto que sigue no desmerece del titular: "Luis Sánchez Polack, más conocido por Tip, formó con José Luis Coll una de las parejas de humoristas mas destacadas del Estado Español (sic). Tip y Coll son parte de la antología del chiste surrealista. Pero Luis Sánchez Polack mostró una faceta muy diferente en las conocidas tertulias radiofónicas de Madrid. En los programas de Luis Del Olmo dejó ver su ideología reaccionaria, mucho más cercana al franquismo, centralista y dictatorial, que a la democracia autonomista". Sin comentarios.

He buscado entre mis recuerdos. Y me he encontrado con un poema delicioso de Tip. Se lo dedicó a su amiga y compañera de programa Marifé de Camas. Les voy a poner en antecedentes. Marifé de Camas es una folclórica horrible, con un hermano, Johnatán, que le escribe las letras de sus canciones en el "Debate del estado de la Nación", Tip siempre mantuvo con Marifé una relación de amor y distancia. Marifé, físicamente, no vale nada. Una mañana Tip llegó con un poema, y se lo recitó a Marifé. La pobre no se lo creía. Tanto le emocionó que se le olvidó pedirle el original. Cuando Tip se apercibió de ello, Marifé se había marchado, paseo de Rosales arriba, acompañada de su soledad. Pero yo lo guardé. Le prometí a Tip que se lo haría llegar a la pobre y desafortunada mujer, pero voy a incumplir mi promesa. Me quedo con su manuscrito, y si Marifé me lo reclama, le entrego una fotocopia.

Los versos dicen así: "Son tus muslos, Marifé, / terciopelo de "biscuí"... / Son redondos, torneados, / jugosos y sonrosados / cual muslos de serafín./ Son tus dientes de cetáceo, / son tus dientes de delfín, / más grandes y más fermosos / que los de Ana Belín (que en francés se pronuncia Belén) / Tu cintura la comparo / con un tallo de clavel, / Y ya exagerando un poco / con Montserrat Caballé. / Esa eres tú, criatura, / ésa eres tú, Marifé. / Tu voz, clara y cristalina, / cadenciosa y con perfume, / la confundo, vida mía / con la voz de Chumy Chúmez. / Son tus nalgas apretadas/ como pétalos de flores / que no tienen que envidiar/ a las de Antoñito Ozores /. ¡Qué nalgas, Marifé, tienes / sarpullidas de picores! / Son como el papel secante / o el papel El Elefante / que usaban nuestros mayores./ Y son tus labios jugosos, / ardientes, rojos y suaves / como los de Alfonso Guerra / y de Felipe González. / Y cuando beso tus manos / dulces cual melocotón / parece que estoy besando / a un minero de León. / Y tus ojos son dos faros / que iluminan toda España. / Los dos, llenos de fulgor; / los dos, llenos de legañas. / Cuando miran con pasión, / miran con benevolencia, / y el uno mira a Gijón, / y el otro, mira a Valencia. / Y llega la moraleja: / Eres casta, y eres pía, / y por eso tus orejas / recuerdan a Alfonso Ussía".

Tip nunca necesitó de la política para asombrar e inventar sonrisas. Sólo los cretinos miden esas bobadas. Y a Marifé mi mejor abrazo, el más fuerte e intenso. Me he quedado con sus versos. Es de esperar que le alcance el consuelo de verlos publicados.

Porque no pienso dárselos. *
 


FRANCISCO UMBRAL - EL MUNDO periodico - Martes, 11 de febrero de 1999

Tip

No es fácil ponerle luto a la alegría, no es fácil hacer la necrológica del humor, y menos en el caso de Tip, cuya gracia no tenía nada de fúnebre, ni esa carcajada luctuosa de nuestros grandes sarcásticos, desde Quevedo y Torres Villarroel.
Luis Sánchez Polack, Tip, venía ya en los años 50 y en la radio, del absurdo, el disparate, de una caricatura de nuestros usos y consumos que tenía poco que ver con La Codorniz y su crítica radical, aunque velada, de la vida y la muerte. Si La Codorniz es una escuela, Tip es otra. Tip es la otra gran corriente del humor español de postguerra, una postguerra que también en esto llega hasta ahora mismo. Tip tenía el secreto último del humor, que consiste en interrumpir la vida, el curso de las cosas, con una gallina, un par de gritos vacíos o una jarra vuelta del revés. El humor moderno, el humor del absurdo -Ionesco- no es sino eso: se interrumpe la cotidianidad con una presencia insólita e injustificada, como un piano en una lechería o una chica con tres narices, y a partir de ahí todo pierde sentido, la vida se amontona sobre la vida y un caos pacífico e intransitable acaba con nuestra seguridad, que no está hecha sino de rutina, costumbre y tabaco que perjudica. Es lo de Marcel Duchamp colocando una cafetera fuera de contexto. La cafetera se torna poética, inútil, y el contexto se torna risible, irrisorio, y todo lo importante de nuestra vida pierde importancia.
La novedad de Tip está en que lleva tal ruptura a su propio discurso, de modo que cuando dialoga con Coll, su otra almeja imprescindible, de pronto se interrumpe a sí mismo con cuatro voces destempladas, asusta a los espectadores y corta el show.
Es la anarquía interrumpiendo el discurso de la anarquía, es la trampa del humor poniéndose trampas a sí mismo, es la superación del gag por otro gag, es el caminar pisándose con un pie la puntera del otro zapato. Se veían en Tip amenazantes progresos hacia una superación de sí mismo, y digo amenazante porque el humorista ya no respetaba ni su propio guión, sino que vivía de destrozarlo. Así, mediante destrozos sucesivos, nos llevaba muy lejos, hasta los límites del absurdo, cuando ya llegábamos a la angustia de necesitar entender algo.
Groucho Marx, Ionesco y Tip son los tres hombres que han conseguido en este siglo darle una vuelta de tuerca al humor para que, en su pérdida de respeto al mundo, empiece por perderse el respeto a sí mismo como género. Lo que no he visto que haga ninguna necrológica, ningún comentarista, es contrastar a Tip con Coll, y esto es muy importante para quedar bien enterados de quién se nos ha muerto. Coll es un clásico del humor, un clásico de la vanguardia, digamos, y Tip es la vanguardia que le pisa la cola a la pretenciosidad academizante de todas las vanguardias.
La dialéctica que se establecía entre ellos era así más expresiva, variada, comprensible y plástica. Hicieron mal en separarse.
Se potenciaban uno al otro, habían hecho una boda de mucha conveniencia y por lo tanto una boda sin amor. De ahí la separación. Pero la cantaleta visual de Tip, sobre el fondo deliberadamente gris de Coll, la dialéctica entre el hongo y la chistera, es uno de los más puros y novadores espectáculos que ha dado el teatro español de este siglo. Comprendo el rostro descolgado de Coll, aunque ya no eran amigos, ante la tumba de Tip.


Hispanidad - 9 de febrero de 1999

Tip, la lucha contra la vanidad.

Ha muerto Luis Sánchez Polack, conocido como Tip. Tip era un profesional del humor pero no un humorista profesional. Por eso, se ridiculizaba a sí mismo en lugar de ridiculizar al prójimo, y burlándose de sí mismo exponía con afecto las miserias de la humanidad.

El humorista profesional reserva su ironía para su horario de trabajo. Fuera de él suele ser un personaje distante y altanero. Por contra, a Tip se le podía ver "actuar" en la barra de Casa Sixto, tradicional restaurante madrileño, con la misma actitud que mantenía ante un micrófono radiofónico o en un escenario. Al parecer, no tenía miedo de que se le agotara el ingenio, que estaba dispuesto a regalar sin cobrar. Dicho en pocas palabras, Tip sabía que el humor consiste, simplemente, en percatarse de que el hombre es muy poquita cosa, y de que el único pecado que engloba a todos los demás es la vanidad.

Se ruega al lector realice los convenientes parangones con otros humoristas profesionales, interesante ejercicio que debe hacerse en privado, para no incurrir en una lamentable falta de humor.
 
 

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